Las voces del Pino

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Capítulo 7

Daltharna, Estación Permanente de Invierno

Samantha

Tanto silencio, tanto que me sentía como si las paredes me empezaran a caer encima. Como si cada vez se estrecharan de poco en poco listas para asfixiarme. Como si los susurros de las paredes me estuvieran avisando de algo.

Katy y Gastón habían salido hacía unas tres horas y me habían dejado sola. Morina estaba escondida en algún pasillo y bueno, Annika y Hunter no es que socializaran mucho.

No menciono a Zaiden ya que desde hace tres días no lo veía, y no quería hacerlo ,de hecho. Había cierta parte de mí que me decía que me alejara de él, que no me acercara. Que el peligro crepitaba en sus ojos de vampiro y en la postura amenazante de su cuerpo pálido.

Decidida a no estar deambulando sola por la casa y aprovechar mi tiempo extra libre, salgo de la mansión cubierta por prendas gruesas y calentitas para el frío. Una bufanda cubría la mitad de mi rostro y un gorro cubría mis oídos del viento gélido. No sé por qué iba a salir si fuera se estaba peor que dentro, pero quería caminar, y no solo caminar dentro de una enorme casa.

En mi casa Atina no me permitía salir muy seguido, para no decir que no lo hacía. Las contables veces que salí más allá de la cerca, fueron por mi cumpleaños. Donde me llevaban a dar unos pequeños paseos a la Plaza Rahvenon. Pero volvíamos y me encerraba de los acosadores y pervertidos.

La nieve crujía bajo mis botas de invierno a cada paso que daba. No sabía dónde estaba o en qué dirección dirigirme, cuando Annika me había traído aquella madrugada no había mirado el camino por el que habíamos llegado a la mansión. La idea de fugarme y regresar con mi gente era palpitante.

Así que, guiándome por mis instintos y por lo que veía más transitable, caminé por varios senderos adentrándome al bosque de pinos, buscando una salida de este sitio. El pulular de los pájaros se escuchaba a lo lejos, el crujido del hielo y la brisa helada me envolvía mientras avanzaba curiosa. Algo extraño aquí es que habían flores regadas en distintos lugares, al igual que los pájaros sobrevolaban mi cabeza.

Los pinos se alzaban altos, imponentes hacia el cielo blanco del invierno. Las raíces sobresalían y se me dificultaba un poco saltarlas ya que eran enormes. Sentía en mi pecho una vibración extrañamente familiar. Caminaba por los senderos trazados en la nieve, siguiendo una sensación en mi pecho. Algo que me decía por dónde ir.

Caminé envuelta en el ruido de la fauna a mi alrededor hasta detenerme frente a un tronco de un pino. Su tronco era más oscuro que los demás, habían partes de su corteza arrancadas y las raíces a su alrededor eran inmensas, tan grandes que llegaban a la altura de mis pechos. Miré hacia el cielo toda la extensión de la madera y era incluso más alto que cualquier otro aquí en el bosque.

-«Esta cerca».

-¿Hola? -di media vuelta mirando hacia todos lados. Juraría que escuché una voz susurrar en mi nuca.

-«Está cerca. Está cerca. Está cerca».

Miré asustada porque Dexter estuviera nuevamente acechando me en las sombras, pero no había sombras, no más de las que ocasionaban los propios pinos. No habían rubíes brillando, no habían psicópatas mirándome con deseo, no había un vampiro dispuesto a clavarme el diente. Estaba sola entre los troncos de pino.

Mi pecho vibraba cada que miraba a todos lados. Los pelos de punta. Me volteé al pino y lo miré ladeando la cabeza hacia la izquierda. Juraría que escuché una voz... Y que venía de él.

Esencia de Vampiro I (INMORTAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora