Culpable en primer grado

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Capítulo 11

Daltharna, Estación Permanente de Invierno

Samantha

—No sé de qué crees que soy capaz, pero no creo que pueda hacer eso. —llevaba unas dos horas entrenando con Morina en el bosque. Tenía los pies adormecidos del frío y los brazos ya estaban más acostumbrados a cargar con el peso del arco.

—Si crees que no puedes, entonces no podrás. Siempre ten la mente positiva, no sabes que cosas podrás atraer con ella.—dijo, tan recta y medida como siempre— Solo espera a que esté en el punto en que puedas darle y luego solo suelta la flecha.

—No lo sé, está vez es diferente. —dudé.

No creía que pudiera hacerlo. No era lo mismo dispararle a un tronco inmóvil que a algo en movimiento. Si bien llevaba toda la semana practicando y ya era bastante buena, pero no creía que pudiera darle a algo mientras estaba moviéndose.

—Sí que puedes, llevas siete días disparando como toda una arquera profesional. ¿Qué te hace pensar que no podrás hacerlo? —preguntó arqueando una de sus perfiladas cejas.

—No lo sé... ¿Tal vez que no estoy segura de poder hacerlo? —me encogí de hombros. Morina me miró con esa mirada de "¿En serio?".

—Si dejas que las dudas te llenen, nunca lograrás demostrarte lo capaz que eres. —dio varios pasos hacia mi dirección mirando mi postura perfecta hasta pararse a mis espaldas con un sonido aprobatorio— Ahora, apunta la flecha hacia esa bandada de aves y dale al primero.

Elevé la mirada hacia el grupo de pájaros que estaban acercándose hacia donde estábamos. Estaban a unos veinte metros de altura y tal vez a unos treinta de distancia de mi posición. El primero estaba a unos tres metros de los otros, parecía el guía y más seguro de todos.

—Hazlo, Sam. —animó, cuando me vio dudar.

Tragué saliva. No quería hacerle daño a un inofensivo animal, pero la mirada de reprobación de Morina al ver que me demoraba demasiado y que los pájaros estaban a unos cinco metros de distancia sobre mi cabeza no lo dudé y preparé mi arco con una flecha de punta plateada con líneas rojas como grietas que se abrían paso por un suelo degradado.

Fijé el cuerpo del ave y solté la flecha. Silbó en el aire cortando la distancia hasta enterrarse en el estómago del animal que soltó un graznido de dolor mientras caí en picada.

Solté un jadeo cuando el pájaro cayó con un ruido sordo hacia la nieve. Solté el arco y el carcaj lleno de flechas y corrí hacia la dirección donde había visto por última vez el cuerpo flácido del animal caer.

—Oh, por Dios. —me tiré al suelo cayendo sobre mis rodillas frente al cuerpo agonizante del ave— Lo siento, lo siento, lo siento.

No sabía si tomarlo en mis manos o si dejarlo ahí, no quería provocarle más dolor del que ya estaba sufriendo por mi culpa.

Morina llegó a mi lado con paso suave, crujiendo sus suelas sobre la escarcha de la nieve.

—No es nada, Sam. — rató de tranquilizarme al verme al borde de las lágrimas.

Negué con la cabeza. ¿Cómo no iba a ser nada? Acababa de dispararle una flecha a un animal inocente, que solo estaba volando junto con sus demás compañeros hacia su casa, tal vez.

—Claro que lo es, soy una asesina. Soy una asesina, maté a un ave inocente. —me repetía, recordándome el crimen que acababa de cometer— Por Dios, soy una mala persona.

Empecé a llorar más fuerte, mis sollozos aumentaron cuando el pobre pájaro fijó sus ojos negros en los míos. Sus alas estaban desplegadas a lo largo de su cuerpo en forma de cruz y la flecha estaba incrustada a un lado de su estómago, rodeada de plumas rojas y húmedas.

Esencia de Vampiro I (INMORTAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora