Acción y sangre

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Capítulo 12

Daltharna, Estación Permanente de Invierno

Samantha

Me había levantado esta mañana más temprano de lo normal. Las pilas recargadas me habían despegado de las sábanas sin siquiera hacerme dudarlo. Me preparé con ropa poco abrigada ya que iba a estar dentro de la mansión. Como desde pequeña Atina siempre me había enseñado a preparar postres y todo tipo de comidas, tenía planeado hacer algo dulce y algo salado para mi desayuno.

Tomando un delantal de la cocina, que quedaba a un lado del salón, más allá del separador y la nevera inicié con la tarea de hacerme mis platillos favoritos. Me había estado preguntando de dónde podrían sacar comida para humanos personas (o si se podrían llamar de esa forma) sobrenaturales. Pero recordando lo fácil que había aparentado ser que entraran en mi mundo no dudaba que sugieran haciéndolo para algo más que conseguirme comida.

Busqué en la enorme nevera y saqué lo que iba a necesitar para hacer mis recetas. Estuve en la cocina entretenida por lo que creo que fue una hora o tal vez dos, no sabía con exactitud pero ya todo estaba listo.

—Guau, alguien se levantó con mucha hambre hoy. —Katy apareció en la puerta con su característica sonrisa contagiosa.

—Sí, es que echo de menos los desayunos preparados por mi nana. —Katy asintió para seguido ir en dirección contraria de donde me encontraba y acercarse a una nevera que desconocía anteriormente.

—Sé lo que es echar de menos las cosas familiares. —aguantaba entre sus manos un termo metálico. Destapó la cubierta dándole un largo trago.

Yo abrí los ojos dejándo caer mi tenedor con tortitas cuando sus comisuras aparecieron manchadas de carmesí.

—Oh, perdón. —dándome la espalda la vi limpiarse y guardar en su lugar el termo.

—¿Eso era...? —negué diciendo que no necesitaba saberlo a lo que Katy solo me sonrió encogiéndose de hombros.

Era obvio qué era eso. No necesitaba saber la palabra.

Luego de terminar el desayuno acompañada continuaban desaparecidos todos otra vez. Me había pasado el resto de la mañana leyendo un libro junto a la chimenea ya que hacía un poco de frío y las mantas y calcetines junto al gustoso resplandor me mantenían resguardada.

Abrí los ojos cuando un ruido proveniente del bosque me despertó, miré hacia todos lados, aún no había llegado ninguno de los demás. Me levanté y caminé hacia la puerta con cautela, al abrirla no había muestra de que el ruido hubiera ocurrido en verdad más allá de mi sueño.

Una sensación llenó mi pecho de calor y mi collar empezó a calentarse. Sentí la necesidad de caminar aún cuando sabía que debía mantenerme en el calor y protección de la mansión. Estaba con medias y sin abrigo pero no me impidió avanzar por todo el bosque. No sabía que estaba haciendo pero me sentía jalada hacia algún lugar entre los pinos.

Caminé durante minutos esquivando las raíces y pasé todo el sendero de piedras hasta que empezaron a aparecer lilas. Abrí los labios y se me secó la boca cuando me di cuenta de dónde estaba. El gran pino en el que había escuchado las voces aquel día hace unas semanas estaba erguido imponente frente a mi. Sus hojas y ramas se sacudían ante el movimiento de la brisa helada que me sacó un escalofrío al subir por mis pies descalzos.

Un impulso me llevó a poner mi mano sobre el tronco. No tenía idea de qué estaba haciendo sola y rodeada de nieve, pero mi pecho se volvió a calentar, aún más después del toque. Una imagen inundó mi mente haciéndome voltear los ojos. Un sauce viejo e inmenso estaba en una estación muy diferente, donde todo era verde y habían flores regadas por todo lado sin una gota de escarcha. Un pequeño estanque rodeado de piedras estaba frente al árbol y diferentes tipos de setas se dividían sobre los troncos de los otros árboles. Nos cercaba una inmensa cantidad de montañas de roca que se extendía a kilómetros.

Esencia de Vampiro I (INMORTAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora