Lluvia de estrellas

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Capítulo 19

Daltharna. Estación Permanente de Invierno

Samantha

Un escalofrío me recorre la columna al escuchar su nombre. Los ojos sobrenaturales de Zaiden parecen cristales rellenos de odio rojo, como si sus ojos estuvieran reflejando todo lo que lleva adentro.

Nos quedamos en silencio durante largos segundos, donde mi respiración hacia eco entre los dos. No sabía qué decirle que lo reconforta o que le hiciera sentir mejor. Había pasado por algo horrible, ver a su pueblo padecer y sufrir debió de ser una condena. Nadie, ni la peor persona del mundo, merece ver cómo sus allegados, sus amigos, su familia y su pueblo, son cazados y asesinados.

-Zaiden, yo... No sabes cuándo lo siento. -tomo una bocanada de aire gélido-. Debió de ser horrible para ellos y para ti. Lo lamento tanto.

Suelta un profundo suspiro que me hace ver cuánto le cuesta hablar de esto, revivirlo en sus pensamientos, los momentos de muerte, masacre y sufrimiento.

-Ahora ya no importa, ya no importa cuánto daño haya pasado. Tenemos que seguir y proteger a los que aún nos quedan.

El vampiro, me dio una mirada de soslayo para luego mirar el cielo nevado y señalarme un punto brillante que venía acercándose con rapidez.

-Ahora empieza. -dijo sorprendido, seguí el trayecto de su dedo para quedarme fascinada.

Una pequeña luz dorada surcó el cielo en un suspiro, para seguida a ella aparecer dos, tres, cinco, diez. Decenas de esas luces doradas brillaron en el cielo tomando todo el protagonismo de la noche. Miré fascinada cómo iban en conjunto, de pares hasta grupos de cinco o siete. Iban de un lado al otro en un santiamén.

-Es hermoso. -sonreí mientras veía como aparecían más y más.

El encanto corrió por mis venas mientras suspiraba sumida en la belleza del acto. Algo que nunca había visto en Rhavenoon eran lluvias de estrellas. Admiraba desde el marco de mi ventana la noche estrellada y la posición admirable de la luna. Pero algo así era inolvidable.

-Las lluvias de estrellas siempre ocurren una vez al mes. Se aseguran de traer noticias buenas y malas. -me explicaba mientras sus ojos estaban en algún punto de mi rostro-. Según los Antiguos, la cantidad de apariciones de estrellas cuentan lo que se viene.

-¿Qué quieres decir?

-Una lluvia es tranquilidad, dos es... presagio. -su voz bajó un tono haciendo que lo observara.

-¿Habías visto alguna más de una vez en un mismo mes?

Zaiden se tomó unos segundos para contestar mientras que movía sus dedos sobre su rodilla flexionada.

-No. -su rostro y voz se volvieron de hielo-. Hace frío. Es mejor que vuelvas a tu saco.

Una estela dorada avanzó por encima de nuestra cabeza haciendo que una corriente se introdujera en cada nervio de mi cuerpo. Un calor me volvió el rostro rojo y la piel me ardió como cuando acercan un fósforo encendido. Miré mi piel y por un momento las venas se volvieron transparentes debajo de la piel de mis brazos dejándome ver los estrechos ríos verdes oscurecerse. Parpadeé procesando lo que acababa de ocurrirme, buscando una respuesta en Zaiden levanté la vista pero él no había visto lo que yo.

Negué mis pensamientos alejando la alucinación que había tenido y volví a mirar la noche para ver que la última figurita desaparecía.

El rostro de Zaiden seguía siendo distante. Parecía desconocido a lo que había vivido solo segundos antes mientras yo me sumergía en un mar de insertidumbre y confusión.

Esencia de Vampiro I (INMORTAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora