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Iván

Lo odiaba.

Odiaba con toda mi alma a Rodrigo, no soportaba su cara ni su arrogancia, pero sobre todo me asqueaba la forma en la que me miraba, como si estuviera a un segundo de desnudarme y besarme de pies a cabeza.

Y lo peor es que ahora no podría evitar tenerlo cerca.

¡Maldición!

-¡Hey, hermosura! ¿No quieres un aventón? .- Alguien me llamó la atención.- ¿En qué edificio estás?

Reconocí a Rodrigo conduciendo un convertible rojo, se veía tan nuevo que la pintura brillaba y opacaba al sol.

Volteé hacía él con el peor humor del mundo, no sólo estaba cansado de él, también físicamente y eso no era una buena combinación. El uniforme del equipo se pegaba a mi cuerpo por el sudor y eso aumentaba mis deseos de llegar y darme una más que merecida ducha.

-No, gracias, puedes meterte tu aventón ya sabes dónde.- Mascullé pateando una piedra del camino y siguiendo mi recorrido a pie.

Nos encontrábamos bastante lejos de la universidad y habíamos llegado al lugar de las residencias. Los estudiantes cruzaban junto a nosotros y algunos se sentaban sobre el césped disfrutando el hermoso día.

Rodrigo me observó a través de sus anteojos de sol, traía puesta una camisa del mismo color de su auto que dejaba a relucir parte de su pecho y su cabello castaño peinado hacia atrás con unos mechones cayendo sobre su frente.

-Ay, dulzura, te gusta hacerme suplicar por tu atención.- Rodrigo chasqueó su lengua y girando su volante se acercó aún más a la zona por la que caminaba.

-Me pregunto si pensarás lo mismo cuando te denuncie por acoso.- Meneé mi cabeza y sostuve mejor la mochila que colgaba de mi hombro.

-¿Sólo por querer llevarte?.- Actuó inocente.

-Ojalá sólo quisieras llevarme.

-¿Siempre estás a la defensiva?.- Me preguntó divertido tomando la palanca de cambio.

-Generalmente cuando tengo a un pervertido siguiéndome.- Formé una sonrisa para luego hacer una mueca de hostilidad.

-Me encanta que te hagas el difícil, te vuelve aún más sexy.- Rodrigo se atrevió a morder su labio inferior mirándome de arriba abajo.

Respiré profundo y cerré mis ojos conteniendo mi ira porque estaba a un acercamiento más de su parte de subirme a su auto y tirarlo del mismo.

-¿Por cuanto tiempo me seguirás?.- Lo observé con fastidio.

-Hasta asegurarme de que llegues a salvo.- Visualizó los alrededores para no chocar con nada, ni con nadie.

Únicamente faltaría que me culpen por ser la causa de un accidente del niño bonito.

-No necesito la protección de nadie y del único que me tengo que proteger es de ti.

-Auch, eso si dolió.- Rodrigo se llevó la mano al pecho y detuvo el auto cuando mis pasos cesaron frente a un cartel de prohibido estacionar.- ¿Aquí vives?

-No, aquí espero a que te vayas.- Lo miré sin gracia alguna cruzándome de brazos.

Rodrigo sonrió y apagó el automóvil segundos antes de bajarse y hacerme frente. Su mirada se detuvo en los músculos de mi pecho que se marcaban a través de la camiseta debido a lo mojada que se encontraba.

-No me moveré de aquí hasta que me muestres tus pechos.

-¡Maldición, que no te mostraré nada, pervertido!.- Formé puños con mis manos, pero esto no pareció intimidarlo ya que se limitó a sonreír como si mi enojo lo complaciera.

-Entonces, estare aquí un largo rato.- Rodrigo se recostó contra su auto.

Mis labios se alzaron en una sonrisa cuando visualicé a un oficial de policía cerca.

-No lo dudo.- Reí indicando con mi cabeza al oficial.

Rodrigo abrió sus ojos y solamente en ese momento se percató del cartel.

-Mierda.- Maldijo en voz baja.

El oficial se acercó a regañar a Rodrigo sobre su irresponsabilidad y que de seguro había bebido sólo por el hecho de ser universitario.

¿Y yo? Pues disfrutaba de la bendita justicia mientras me alejaba de la escena.

-¡Hasta luego, pervertido!.- Me despedí dejando a Rodrigo junto al oficial.

-¡Esto no quedará así!.- Me señaló.

Claro que estaba seguro de eso.

Boobs || rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora