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Rodrigo

-¿Qué estas haciendo?.- Pregunté cuando Iván me tomó de la mano y guió al sofá.

-Sólo cállate y sígueme.- Iván me dejó caer sobre el sofá y se subió a horcajadas sobre mí.

Abrí mi boca sin poder reaccionar.
Su rostro estaba a centimetros del mío, a esta distancia no fue difícil distinguir el color de sus ojos, los cuales iluminaban con un brillo constante.

Eran tan bonitos, todo en él era perfecto.

Pero claro que mis ojos bajaron a la altura de su pecho.

Iván traía puesta una chaqueta y bajo la misma lucía una camiseta sin mangas, que al ser de color blanco permitía que su piel se trasluzca. Hasta me permitia ver las hermosas puntas de sus pezones.

Esto era demasiado para mí.

-Escucha, sé lo que quieres y te lo daré, pero a cambio tú me brindarás techo y comida por el resto del año.

-¿Hablas de..

-Todo, aceptaré lo que pidas menos besos en los labios y obviamente sexo.- Me advirtió.- , Entonces, ¿qué dices?

-¿Podré tocarte cuando quiera?

Iván asintió.

-Iván, en serio no juegues conmigo.

-¡No estoy jugando!

-¿Tampoco me golpearás?

Estaba seguro de que si Iván lo deseaba, me rompería la cara en menos de un minuto pues yo no era reconocido por ser tan fuerte como él.

-Al menos que me metas algo, no creo que sea necesario.

Sonreí y de inmediato, enterré mi nariz en el cuello de iván y aspiré su aroma a jabón. Desesperado le quité la chaqueta y él algo sorprendido, me ayudó.

Por favor, que esto no sea un maldito sueño.

-Supongo que eso es un sí.- Iván opinó.

-¡Por supuesto sí!.- Exclamé mirándolo como si fuera mi bocado favorito.- ¡Mil veces sí!

Que tonto, si supiera que lo dejaría vivir aquí sólo por el privilegio de verlo en ropa interior cada mañana.

Pero bueno, supongo que fui un niño bueno este año y este es mi regalo de navidad adelantado.

Terminé por quitarle también la camiseta a Iván y sentí una punzada en la entrepierna al verlo así. Se veía tan grande, tan imponente sobre mí que únicamente pensaba en disfrutarlo.

Disfrutarlo mucho.

-No me mires de esa forma.- Reclamó iván.- Me desagrada.

-Lo siento, es que eres jodidamente caliente.- Susurré. Mis manos bajaron a sus pechos y los apretaron, luego siguieron por sus bien formados abdominales y maldecí cuando Iván detuvo mi mano que quería continuar el recorrido.

El pelinegro apartó su rostro sonrojado y yo aproveché su descuido para dirigir mis pulgares a sus pezones cafés y girarlos en círculos. Él se estremeció al sentir aquello y rodeó mi cuello con sus brazos para facilitarme la acción.

Mordí mi labio al admirar la belleza de sus pechos. Eran más grandes de lo que había imaginado por lo poco que me dejaban apreciarlos las camisetas que Iván acostumbraba usar.

Sin más tiempo que perder, abrí mi boca y llevé uno de sus pezones a la misma, entreabrí mis labios y disfruté de chuparlo como si no hubiera un mañana.

Iván pareció sorprendido por mi arrebato, pero no dijo nada. Mi otra mano cayó sobre su trasero y lo atrajo más hacía mí.

Intercalé el uso de mi boca entre ambos pechos, mi lengua lamía y mis dientes mordían la piel. Iván suspiraba y yo simplemente no podía pedir nada más en esta vida.

-N-no me dejes marcas.- Amenazó con la voz temblorosa.

Cuando los pezones de iván estaban debidamente erectos y sensibles, subí mis besos por su clavícula.

Quería más, vaya que quería más y lo hubiera conseguido de no ser porque iván, al acomodarse, sintió mi dureza bajo su trasero porque claro que me había exitado.

Iván con los ojos exaltados me empujó y saltó al otro lado del sofá.

-¿Qué rayos? ¿Te pusiste duro sólo por lamerme los pechos?.- Frunció el ceño.- ¡Los gays son tan raros!

-Lo siento, no pude evitarlo.- Sonreí, mis labios seguramente estaban hinchados a más no poder.- ¿Seguimos?

-No, es suficiente.- Iván determinó molesto y con la misma actitud tomó su camiseta del suelo.- Y más te vale no masturbarte pensando en mí.- Me señaló.

-¿A dónde vas?.- Interrogué al notar que se iba.

-A tirarme a la primera chica que encuentre.- Iván volteó hacía mí.- No pienses que esto lo hago por gusto, sólo es un trato que te favorece a ti.

-Lo entiendo.- Agaché mi cabeza.

-Genial, ahora estamos a mano.- Jadeó antes de cerrar la puerta.

Mierda, ¿y ahora qué haría con mi
erección?

Después de que se fuera, tomé mi computadora y busqué cosas que podía hacerle a Iván que estuviera dentro de sus parámetros porque sin duda un chico heterosexual como Buhajeruk no era muy...accesible.

Maratón 4/4.

Boobs || rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora