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Iván

Las piernas de la chica bajo mi temblaban con cada embestida.

Ella gemía en mi oído y me sonreía cada vez que alcanzaba aquel punto que la hacía enloquecer.

El sexo era genial, podría hacerlo todos los días y jámas me cansaría de follar.

Unos segundos más bastaron para venirme junto a ella y que ambos alcanzáramos un estupendo orgasmo.
Cuando nuestras respiraciones se calmaron, volví a besarla sintiéndome igual de caliente que hace un rato atrás.

Y el sexo para mí nunca era suficiente.

Todo estaba bien, todo estaba perfecto hasta que sus manos bajaron a mi pecho. Me miró con una expresión extrañada.

-¿Y estás marcas?.- Preguntó divertida.

Bajé mi mirada encontrándome con marcas de dientes y varios chupones dispersos alrededor de mis pezones.

Abrí y cerré mi boca sin saber que responder.

¿Qué le diría? Nada, solo permití que un chico me manoseara antes de que vinieras, pero no soy gay.

Gracias a una casualidad, Rodrigo salió de su habitación, con los ojos medio cerrados y en pijama.
Unos pasos más bastaron para que presenciara nuestros cuerpos desnudos sobre el sofá.

-¿Q-qué mier..

Enseguida cubrí a la chica con mi chaqueta y Rodrigo se dió media vuelta de forma instintiva.

-¿Quién es él?.- Me preguntó ella y yo de nuevo me quedé sin respuestas.-
¡Dijiste que vivías solo!

Lo próximo que ví fue a la chica tomar su ropa furiosa y vestirse. Yo a penas logré colocarme la ropa interior y pedirle que no se vaya.

-¡Puedo explicarlo!.- Intenté tomar su mano, pero ella me la abofeteó y se marchó del departamento.

Solté un suspiro.

No había más sexo para mí esta noche.

Rodrigo al sentir el portazo volteó hacía mí que seguía semidesnudo sobre el sofá, sus ojos me recorrieron sin vergüenza alguna.

-Vaya, tú si que no tienes nada que envidiar.- Sonrió y avanzó en mi dirección.

-¿No vas a diculparte por haberme arruinado la noche?

-¿No deberías disculparte tú por haber traído a alguien sin mi permiso?

Avergonzado, agaché mi cabeza.

-Lo sé, estuve mal, pero no tenía otro lugar para hacerlo.

-Bueno, si aún lo quieres, yo puedo ayudarte con eso.- Rodrigo veía mi erección y relamió sus labios.- Puedes fingir que mi boca es la de una chica.

-Buen intento.- Reí y lo señalé.- , Iré a dormir.

Rodrigo no se dió por vencido y antes de que pudiera levantarme se subió al sofá y luego sobre mí impidiendo que pueda escapar.

-¿Q-qué haces?.- Pregunté espantado.

Rodrigo era muy grande y mi cuerpo se sentía pequeño bajo él. La diferencia entre lo que sentía cuando estaba con una mujer y luego con él, era demasiada.

El sonrió y sus dedos bajaron a mis sensibles pezones, lo que causó que emitiera un jadeo de dolor.

-Rodrigo, esto no se siente bien.- Mordí mi labio.

No me hizo caso, tomó mis muñecas y las colocó sobre mi cabeza. En ningún momento, sus ojos dejaron los míos.

Tragué en seco nervioso, los vellos de mi cuerpo se erizaron al notar la lujuria en su mirada.

Me sentía débil. Jamás había estado en el lado de abajo ni siquiera cuando lo hacía con una mujer, lo odiaba porque no tenía el control.

Odiaba que me sometieran, pero por alguna razón no me movía.

-Pídeme que no te haga nada.- Rodrigo susurró contra mis labios y bajo su boca a la altura de mi pecho derecho, su lengua lamió la punta y yo temblé bajo ese simple toque.

Mi saliva no era suficiente, ni siquiera era capaz de hablar.

-Yo..

Mi mente estaba más concentrada en sus labios chupando uno de mis pezones y en su otra mano acariciando el otro en círculos. Mis caderas se movieron por sí solas en busca de más contacto y mi erección choco necesitada contra su pierna.

Rodrigo se acomodé mejor entre mis piernas y se sujetó de mis muslos, sus labios subieron por mi clavícula y cuello. Su boca chupaba, mordía y me volvía loco.

-Estás tan duro, no dudo en que pueda hacerte correr sólo con mis dedos.- Rodrigo gruñó y le dió una palmada a aquella zona.

La sensación era muy extraña, la mano de Rodrigo era tan grande que no dudaba en que envolver toda mi verbilidad no sería una tarea difícil para él.

No, no, no, él era un hombre. Tenía la voz de un hombre, los labios de un hombre, los dedos de un hombre.

No debía gustarme.

-Suficiente por hoy.- Lo empujé sintiendo todo palpitar en especial mi parte baja.- R-respeta nuestro trato.

-No tienes idea de cuenta te respeto, Ivansito.- Rodrigo me tomó del mentón y pasó su pulgar por mi labio inferior.- Si tuviera tu consentimiento, no imaginas las cosas que te hubiera hecho.

Volteé mi rostro a un lado sintiendo mi rostro más caliente que mi cuerpo.

-Es hora de dormir.

Intentaba desviar mi atención a otra cosa que no fuera la forma del miembro de Rodrigo que se veía en sus pantalones.

Al menos no era el único hormonal.

-Duerme conmigo, prometo no tocarte.- Rodrigo me pidió suplicante.

-¿Por qué debería creerte?

-Mírame a los ojos y dime si piensas que soy un chico malo.- Rodrigo pestañeó e hizo una expresión de inocencia pura que me hizo reír.

-Tienes razón, alguien tan patético no me haría nada.- Me burlé y lo golpeé con uno de los cojines.- Además sigo siendo mucho más fuerte que tú.

-Eso no parecía hace un segundo.

-Sólo quería ver hasta donde podías llegar.

-¿Y hasta donde piensas que puedo llegar?.- Rodrigo se asomó tanto que tuve que echarme para atrás.

-Eso no me interesa, porque yo no llegaré muy lejos contigo.- Volví a golpearlo con el cojín y llevando conmigo mi ropa, me dirigí a la habitación.

Boobs || rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora