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Iván

-Rodrigo, no creo que debamos.- Mis palabras fueron calladas por los labios de Rodrigo que se movían sobre los míos.

Sin dejar de besarme, Rodrigo me condujo por los pasillos de la residencia hasta llegar a una de las habitaciones. Me arrinconó contra la puerta y la cerró con llave impidiendo que tenga escapatoria.

No me permitió pensar ni un segundo en lo que estábamos haciendo, simplemente me volvió a besar y recorrió mi cuerpo con sus grandes manos.

Me sentía extraño, pero por alguna razón, no deseaba que se detuviera.

Rodrigo me robaba el aliento y me invadía con su habilidosa lengua lo cual me resultaba jodidamente delicioso. Sabía como besar, chupar y morder, y sí que me gustaba.

Sus dedos subieron por mi camiseta y apretaron la piel de mi cintura con tanta fuerza que dolía, sin embargo, no me parecía molesto, de hecho me encantaba la dureza con la que me trataba.

En un segundo, Rodrigo abrió mi camisa dejando expuesto mi cuello y pecho. Relamió sus labios y no se resistió a chupar mi cuello como si de un vampiro se tratase. Clavó sus dientes en mi piel y repartió besos húmedos que mezclados con el ardor de las mordidas, se volvían aún más excitantes para mí y la erección que se formaba en mis pantalones era prueba de eso.

Rodrigo continuó con sus besos en mi pecho y abdominales. Deslizó su lengua por mi piel sudada debido al calor del momento, seguidamente abrió su boca chupando y prácticamente succionando los pezones.

-M-me dejarás marcas.- Relamí mis labios y llevé mis manos temblorosas al cabello despeinado de Rodrigo  que junto con sus labios coloridos de rojo por los besos, le daban un aspecto demasiado sexy para mi pobre corazón.

-Eso es lo que quiero.- Rodrigo me miraba a los ojos mientras llevaba sus besos debajo de mi ombligo.- , que cuando te veas al espejo recuerdes a la perfección quien te hizo esas marcas.

Rodrigo desprendió mis pantalones y los bajó junto con mi ropa interior. Tomó mi erección con una mano y me hizo suspirar.

-Que recuerdes el hecho de que fue un hombre quien te hizo sentir de esta forma, cariño.- Dejó escapar un gruñido que me pareció el sonido más sexy del mundo.

Rodrigo llevó mi miembro a su boca y lo chupó como todo un experto. A diferencia de mí, él sabía lo que hacía y eso quedaba en evidencia por la manera en que tomaba todo en su boca y movía su lengua. Su boca era una jodida maravilla y como él era consciente de esto, lo utilizaba a su favor.

La sensación caliente y húmeda me obligó a jadear y gemir como un desquiciado sólo pensando en venirme y sin importarme a quien pertenecía la boca que me estaba complaciendo.

Pero Rodrigo me había advertido que él sí deseaba que recordara perfectamente cada detalle de esta noche.

-Vamos, cariño, mírame mientras te vienes en mi boca.- Rodrigo dijo antes de volver a tomarme y que la punta tocara su garganta.

Conecté mi mirada con la suya, sus ojos vidriosos y boca llena fue lo suficientemente excitante para lograr que llegara al clímax.

Sorprendentemente, esto a Rodrigo no le afectó ya que tragó toda mi escencia sin chistar, no obstante, él aún no había salido beneficiado de este encuentro por lo que se puso de pie y me giró sobre mis pies.

Me encontraba con la vista puesta en la puerta y de espaldas a Rodrigo. Eso no era justo, yo quería mirarlo.

-Rodrigo, ¿qué estás?.- Murmuré y abrí mis ojos cuando sentí su mano dándome una nalgada y después acariciándo la piel expuesta de mi trasero.

El hormigueo que me recorrió en esa zona hizo que la sangre corriera a mis mejillas y a mi entrepierna.

-Iván, tengo tantas ganas de joderte como ni te imaginas.- El sonido de su voz ronca bastó para calentarme de nuevo.

Rodrigo empapó sus labios de saliva y tanteó el exterior de mi entrada virginal.

-Rodrigo...- Jadeé y mordí mi labio inferior sintiendo la punta de su índice ingresando de a poco.

Para que se le facilitara el proceso, acomodé mis brazos y levanté mi parte trasera.

Nunca había sentido algo así, era extraño, completamente diferente a lo que hacía siempre con las chicas.

Rodrigo me penetró con otro dedo y comenzó a follarme con ambos.
Pronto el ardor que sentía por la nueva introducción, se convirtió en una sensación agridulce y decidí relajarme. Para mi sorpresa aquello causó que sus toques se volvieran más placenteros.

-¿Lo quieres?

-S-sí...- Dije con la mente nublada y pensando únicamente con mis hormonas descontroladas.

Sólo quería que me hiciera sentir bien y bajara la dureza de mi miembro nuevamente erecto.

Escuché el sonido de la bragueta de su pantalón siendo abierta y el sonido de un envoltorio abrirse. Rodrigo me tomó de la cintura y rozó su erección envuelta en un condón con mi entrada.

Joder, ¿realmente lo haría?

Rodrigo al notar mi nerviosismo movió el cabello que cubría mi oreja y  susurró:

-No te haré daño, estás seguro conmigo.

-¿Cómo lo sabré?

-Sólo dí la palabra básquetball y me detendré, ¿de acuerdo?

Asentí y él besó mi mejilla con ternura para después introducir su virilidad con lentitud acostumbrándose a la estrechez de mi entrada.

Hice una mueca por el ardor que azotó aquella zona, la sensación era extra dolorosa y no se comparaba a nada que haya sentido antes.

Rodrigo repartió chupones en mi cuello y caricias en mis pechos para que me olvidara del mal momento, lo cual conseguí pasado cada segundo.
Cuando se lo permití, Rodrigo continuó embistiéndome, su mano apretaba mi cintura y guiaba sus movimientos.

Su miembro impactaba contra mí y yo cerraba mis ojos concentrándome únicamente en sus manos y en sus gemidos calientes que enviaban corrientes placenteras por todo mi cuerpo.

Tan sexy, tan caliente.

Rodrigo repartió las estocadas certeras una y otra vez. Un minuto después, traspasé la línea del dolor y llegué a la del placer que me hizo gemir en voz alta. Gracias a la música que aún sonaba en la fiesta nadie alcanzó a oírme.

Dejé escapar más y más gemidos bajos mientras Rodrigo seguía embistiendo ese punto que me llevaba a la locura. Volteé la mirada y sentí que podía venirme sólo viendo a Rodrigo tomarme de una manera tan ruda y la imagen de su cuerpo unido al mío.

Y lo hice, me corrí con mi escencia salpicando la pared y con el miembro de Rodrigo en mi interior, el cual al sentir la manera en la que lo había apretado también se vino al mismo tiempo.

Rodrigo respiró repetidas veces junto a mí y besó mi espalda con dulzura.

Cuando Rodrigo se separó, el condón estaba repleto de sangre y sólo en ese momento caí en cuenta de lo que había hecho.

Había tenido sexo con Rodrigo.

Y vaya que me arrepentía.

Boobs || rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora