- Quince -

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Entre la oscuridad del bosque, todos caminaban en calma en sus formas de lobos. Escuchando la naturaleza, sintiendo la tierra bajo sus patas y oliendo los miles de aromas que se encontraban en ese bosque a medida que estaban llegando a su destino.

Leo era la única que no podía oler nada a menos que fuera el pino o la maleza del lugar por la humedad, escuchando ruidos de posibles animales que los rodeaban pero eran insignificantes en esos momentos, pero lo único que tenía bien desarrollado era su sexto sentido. Percibió las almas que habitaban en ese bosque o al menos los que estaban cerca de su radar como los lobos, estaban inquietas esas almas, sabían que algo se avecinaba al ver la manada junto la chaman.

Estaba en cabeza, subida a lomos de Jacob ya que él sabía del recorrido hasta esa dicha cueva. El calor que emanaba debajo de ella era reconfortante en estos momentos ya que el frío de esa noche no ayudaba mucho y pensar que tenía que estar casi desnuda.

No fue mucho que al poco rato pudo identificar la entrada de la cueva. Se deslizó sobre el lomo de su novio, dejando una caricia en el momento que se adelantaba sosteniendo sólo de una asa su mochila.

-Volver a ser humanos de nuevo chicos - les dijo sin mirarlos.

Entre todos se miraron y decidieron hacer caso, siendo la primera en cambiar Leah como ponerse ropa. El resto la siguió hasta estar frente la dicha cueva que parecía sacada de una película, siendo una entrada bastante grande, de piedra y maleza y musgo rodeandola. Hasta se podía ver un extraño grabado arriba en el arco, pero no se podía apreciar nada bien por el musgo.

Jacob, dejando de ver ese pequeño detalle, busco con la mirada a su pareja asombrándose como esta se empezaba a quitar su chaqueta y sus pantalones sueltos de chándal, quedándose simplemente en mallas cortas hasta sus muslos y un top deportivo que le llegaba parte de su cuello pero unos tirantes adornaban su espalda dejando a la vista esa cicatriz que sentía tanta curiosidad. Recordaba ver en la boda esa cicatriz pero no estaba seguro de si fuera eso en algún momento que se conocieron.

Suspirando, se quedó observándola hasta que se dio la vuelta sorprendiéndose de la pintura que adornaba parte de sus brazos como estómago, siendo estas líneas y signos bastantes extraños en ese momento para el. Pero había uno que sí reconocía a la perfección por los libros que Isaac le recomendó estudiar: las runas algiz y othala.

-Y eso? - fue una pregunta que más de uno se hizo al verla.

Leo les miró como si nada, encogiéndose de hombros en la que mostraba un pequeño tape rojo. Retiro la tapa mostrando la pintura que había en su interior, pero que no olía a pintura, si no a hierbas, agua y colorantes dulces.

-Tengo que pintar a los enfermos - miro a los que estaban sanos -. El resto se tendrá que quedar afuera.

-¿No lo teníamos que tomar todos? - cuestionó Leah.

Inmune: Chaman | Jacob BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora