- Diez -

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Las tonalidades naranjas sobre las nubes grises y blancas hacían un contraste bastante peculiar en esos momentos del otoño. Leo miraba con cierta admiración aquello ya que era de un modo bastante hermoso, y le recordaba mucho al lobo de Jacob. Leo miró en dirección a su pareja el cual aún descansaba con los ojos cerrados por el malestar de estómago. Tenía que admitir que también le pareció extraño que se pusiera mal de ese modo y que durará, pero podía entender que era bastante impactante la situación. Nadie en verdad podría aguantar eso a menos que lo viera bastantes veces, como ella o sus hermanos. O los mismos vampiros que seguro que tuvieron la mala suerte de hacer aquello cómo verlo.

Suspirando se quitó el cinturón de seguridad con la intención de bajar pero se giró cuando noto que le agarró del brazo.

-¿Dónde vas? - la voz ronca de Jacob la dejo algo helada pero reaccionó mirando la casa.

-Ya estamos delante de la casa, iré yo - le miró nuevamente -. Tú descansa un poco más.

-Ni hablar, te acompaño - se quitó el cinturón también y fue el primero en bajar.

-Lo lamento Nakomi... - murmuró para ella misma cuando bajó también abrochándose la chaqueta y poner el seguro al Jeep.

Ambos avanzaron hasta la casa la cual tenía unas pocas luces encendidas como la del porche, era de dos plantas y el tejado era de madera negra como la puerta de la entrada. El jardín delantero estaba limpio de juguetes pero se podía notar que hacía días que nadie repasaba el cesped, incluso habían aparcado el coche junto al lado de un 4x4 aparcado delante de la casa en la cera. Por lo que ponía el informe de la madre, ese debería ser su coche.

-No digas nada y solo escucha - le pidió sin verle.

Jacob le miró no muy contento con eso pero decidió obedecer. La morena al ver que acepto sus condiciones, pico la puerta una vez que estaban delante.

La puerta fue abierta por una mujer de cabello liso y rubio, poseía ojos azules y era más pequeña que Leo, al menos por unos centímetros. Pero lo que sí destacaba bastante en ella, eran sus ojos rojos e hinchados, como si hubiera llorado hace poco. Leo no pudo evitar sentirse mal, sintiendo la inmensa tristeza de la mujer como suya.

-¿En que puedo ayudaros? - preguntó la mujer mirando a ambos.

-Lamento por la hora - empezó Leo con cortesía -. Mi nombre es Leo y él es Jacob, venimos a entregarle un mensaje.

-¿De quién? - pregunto confusa mirándola en el momento que se abrigaba más en su jersei.

Leo, un poco incómoda sonrió ligeramente sabiendo lo que vendría después.

-De su hijo Liam, señora.

La mujer abrió los ojos como dos bolas de tenis sin dar crédito a lo que decía. Miró a Jacob para ver si esto era una broma, pero al ver su cara triste empezó a entender que era cierto. Volvió a mirar a la morena mientras negaba con la cabeza.

Inmune: Chaman | Jacob BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora