CAP 1

555 40 2
                                    

Yo puedo.

Ya casi.

Un poco más.

— Y tiempo. Bien echo, has mejorado mucho.

Me bajé de la caminadora. Siento mis piernas como gelatinas, estoy agotada.

Esa mañana creí que el día no podría ir a peor, ¿por qué? Porque alisándome el pelo mi plancha creyó que sería gracioso sobrecalentarse y dañarme el pelo, se había roto. Por suerte mi cabello no sufrió mucho. Luego a la hora de almuerzo un plato de loza me cayó encima del pie y para colmo se rompió, era mi favorito; y en el gimnasio mi entrenador decidió que haría una competencia de resistencia en la caminadora, duré veinte minutos, para mí es un logro.

— Te odio — le dije a mi entrenador.

—Lo sé — él me guiñó un ojo.

Cuando me mudé a Miami vine con la idea de tener una nueva vida, comenzaría la Universidad, iría al gym, tendría prácticamente una rutina diferente a la que tenía en Canadá, pero una mucho mejor. Comenzar de nuevo era mi meta y tener una vida fitness y saludable.
Me arrepentí, es un infierno.

— Mañana, no vendré — Valter, mi entrenador, cogió mi bolsa del suelo y me la extendió—. Mi hija llegará este fin de semana, debo mostrarle las instalaciones de la Universidad y buscarle un apartamento cerca del campus.

— Vaya, que viejo eres — le dije bromeando dándole una palmada en la espalda —. No me habías dicho que tienes una hija.

Valter no sólo es mi entrenador personal, sino también será mi profesor de filosofía este nuevo año, bueno, mi último año de carrera. Tiene 38, aunque su físico lo hace parecer diez años menos. Es un buen espectáculo a la vista. Y sinceramente no creí que tendría hijos.

— Tú no hables, también estás vieja — me guiña un ojo —, tienes 28.

— Eh, solo 27, aún faltan unos meses para eso.

—Lo que digas.

El gimnasio estaba casi vacío, ya era tarde noche.

— ¿Te llevo?

— ¿Qué dirán los alumnos de VioOnternt?

— Que llevo a una hermosa chica a su apartamento para que no le pase nada.

Me salió una risa nasal.

— Por supuesto.

Valter y yo nos llevamos así, como amigos, nos hacemos bromas de vez en cuando.

Caminamos a la salida luego de recoger todo.

Me subí a su auto en el asiento de copiloto mientras él iba encendiéndolo.

— ¿Cómo se llama tu hija? Nunca me has hablado sobre tu familia.

— Kaia, tiene 19, decidió abrir las alas y venir a estudiar aquí. Es un gran cambio de Alemania hasta aquí, aunque se siente segura al tenerme cerca — hizo una pausa y me observó de reojo —. Y no tienes derecho a preguntarme sobre mi familia si tú no me has hablado sobre la tuya.

—Tengo secretos...

— Tenemos... —me volvió a guiñar un ojo.

Valter es un tipo agradable y a pesar de conocernos desde hace un año cuando vino a dar clases, se puede decir que lo conozco bien.

Sólo sé lo poco que me ha dicho en el gimnasio, es un tipo muy reservado. Al principio no era tan alegre, aunque intentaba ser amable se notaba siempre en su rostro una tristeza profunda. Un día lo invité a un bar porque me daba pena, también intenté ligármelo, pero él nunca lo notó.

Caminos De Sangre [Los Stein]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora