CAP 3

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Han pasado tres días desde que empezó la escuela, no recordaba lo pesado que era, lo peor es que estoy en último año y todo es más complicado porque simplemente debo hacer la tesis que ni siquiera sé de qué la haré. Muchos ya saben e incluso ya andan trabajando en eso desde hace medio año y yo ando a la deriva.

Suspiro pesadamente mientras recogía los papeles de resúmenes que había hecho sobre el cambio climático.

La mesa que tenía en la sala simulando un comedor estaba repleta de libros, marcadores de texto y vasos vacíos de café.

— ¿Terminaste?

Kaia estaba preparando un pastel de chocolate y cereza, el olor me tenía loca.

Descubrí que sabía cocinar muy bien y le cedí mi lugar en la cocina, ella encantada lo tomó.

Son las diez de la noche y mis ojos ardían de fijar mucho la vista.

— Ya casi, debo escribir medidas y termino — le respondí mientras me levantaba y llevaba los cuatro vasos al lavavajillas —. ¿Has hablado con tu padre?

Sabía que me refería al que siempre la llamaba y ella colgaba.

— No he querido, aún no tengo las ganas.

La entendía, yo no he hablado con mi madre desde que discutimos por teléfono porque quería que fuera a verla y yo no quería.

— Aunque conociéndolo, no debe tardar mucho en aparecer por aquí.

— Entiendo — me senté en el taburete frente a la barra con un jugo de manzana —. Mañana tengo la mañana libre.

— Duerme la mañana por mí — hizo un puchero.

Tomé mi jugo y volví a la mesa para terminar.

+++

Restregué mis ojos en un intento por ver mejor. Me acababa de despertar, eran las nueve de la mañana.

— Tengo que ser productiva — me dije a mi misma mientras emitía un bostezo.

Decidí que lo mejor era ir al gym en la mañana así tendría energía para el resto del día.

El gimnasio no estaba tan lleno como normalmente estaba, era mejor, así no tendría que esperar a que las máquinas se vaciaran.

— Buenos días, pequeña — la voz de Valter detrás mío me sobresaltó —. ¿Te asusté?

Se paró frente mío.

— Buen día Sr. Stein.

Le guiñé un ojo.

—¿Qué te dije sobre eso? —hablaba seriamente.

— Que para sus alumnos era Sr. Stein.

Me reí y fui hasta la caminadora mientras recogía mi cabello castaño en una coleta, lo tenía largo y eso me molestaba a veces para hacer ejercicio.

Desde hace un año no falto al gimnasio, este lugar se ha convertido en mi segunda casa, además que la presencia de Valter lo hace más ameno.

— Te dije que tenías prohibido llamarme así — hice un estiramiento en lo que Valter me imitaba —. Somos amigos.

— Claro —dije para luego empezar en la caminadora.

Valter también estaba en la caminadora de al lado.

— Oye —llamé su atención —, no me habías dicho que tenías dos hijos más. Si somos amigos tal vez debiste mencionarme eso en todo el año que nos conocemos.

— Creí que no era importante.

Él siguió corriendo como si nada hasta que paró y se bajó, yo hice lo mismo.

Caminos De Sangre [Los Stein]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora