Los minutos pasaron y nadie vino a despellejarme viva.
Estaba asustada, principalmente porque a quien había llamado fue a Peerce, una persona que había visto dos veces en mi vida y que no habíamos tenido una conversación decente, pero no era eso lo que me preocupaba, me preocupaba más el simple hecho de que era el padre de mi amiga y le habíamos gastado una broma.
Ese tipo me mata...
Dios Santo.
Aunque lo que más temía es que todo él desprendía un aura fría y que daba miedo y yo de estúpida lo llamé diciéndole que estaba enamorada de él.
¿Acaso tengo quince años?
— ¿Todo bien? — Kaia me había notado tensa y nerviosa.
— Sí, es que era un ex muy tóxico. —le mentí para que no sospechara que en realidad había llamado a su padre.
— Oh, lo siento, no lo sabía.
— Tranquila.
Dejé el móvil en el suelo junto a mí y respiré profundo para calmarme.
El teléfono de Kaia sonó y en su pantalla apareció el nombre Papá Peerce junto a una selfie de contacto de ella junto a su padre.
Abrí los ojos lo más que pude y mi corazón se aceleró.
¡Mierda!
— Voy al baño — me levanté con cuidado y lo más rápido que pude llegué al baño.
Escuché como Kaia respondía y yo cerré la puerta tras mío.
Me eché agua en la cara para ver si eso me calmaba.
¿Por qué reacciono así?
Porque probablemente te mate.
— Raquel — Kaia tocó la puerta y mis nervios comenzaron de nuevo — ¿Puedes abrir?
— Estoy ocupada.
— Dice que está ocupada — parecía que hablaba con alguien —. Raquel, mi papá quiere hablar contigo.
Comencé a hiperventilar.
¿Qué me pasa?
No puedo respirar.
Mis pulmones no captaban las señales que le enviaba mi cerebro, me estaba ahogando.
Mis ojos se aguaron y sentí como el mundo me caí arriba.
Voy a morir.
— Kaia, no puedo... respirar — abrí la puerta con dificultad.
Estaba muy agitada.
Kaia se asustó y comenzó a hablarme, no podía entenderla hasta que algo frío tocó mi oreja, estaba aguantando su teléfono cerca de mi oído.
— Raquel — una voz muy profunda llegó a mis oídos —, no vas a morir.
— ¿Cómo me lo aseguras?
— Solo respira, estás teniendo un ataque de pánico — tenía sentido lo que decía, pero igual no podía respirar — Respira junto conmigo, uno — respiré profundo —, dos — seguí respirando —, tres — podía sentir como a mis pulmones retornaba aire nuevamente.
No voy a morir...
— ¿Ya estás mejor?
Kaia había devuelto el teléfono a su oído.
— Si — dije en un suspiro aliviado.
Kaia colgó el teléfono y fue a abrazarme.
— Lo siento.
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Caminos De Sangre [Los Stein]
أدب الهواةViví toda mi vida atrapada en un pueblo de Canadá, atrapada en las garras de mi madre, hasta que alguien me obligó a irme. Comencé una nueva vida, una aparentemente mejor, pero estaba equivocada. La llegada de los Stein en mi vida provocó un tornado...