CAP 24

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Luego de estar dos horas en el Hospital, mamá se quedó con Alain. Yo volvería a casa en su auto. La recogería en la tarde.

Tengo hambre, pero tengo ganas de comer algo dulce así que decido conducir hasta la heladería del pueblo.

De niña solía ir mucho, siempre compraba helado de avellana y chocolate cada vez que iba.

Dejo el auto parqueado y caminó hasta el local. No es muy grande, pero lo suficiente para que siempre esté lleno, pero sin ser asfixiante.

La campanita de la puerta suena anunciando mi entrada a la heladería. Hay varias personas sentadas en la barra y otras en las mesas pegadas a los ventanales. Me acerco a la barra y una chica morena me atiende. Pido el helado que usualmente pedía y me dispongo a sentarme para comerlo.

Una señora mayor está sentada junto a mí comiendo un banana Split junto a un niño pequeño.

Me mira de reojo y aleja su brazo del mío.

—¿Puedes ponerme otro helado de avellana y chocolate? —pido a la dependienta.

La chica asiente y me trae el helado.

Como mi segundo cono esta vez un poco más rápido. Un hombre pasa por detrás mío en dirección a una mesa murmurando algo que logró escuchar a pesar del ruido de las máquinas y los niños riendo.

—Volvieron los problemas... Familia de Demonios...

No me giré, le seguí dando la espalda. Sé que se refiere a mí y a mi familia, pero no caeré en provocaciones. He aprendido estos años una cosa, que no me debe importar lo que la gente hable de mí.

Pago los helados y me dispongo a salir, pero alguien se mete en mi camino bloqueando la puerta.

—Vaya, vaya, vaya... Miren a quien tenemos aquí... —su voz ronronea tal y como la recuerdo.

Intento esquivarlo sin mirarlo a los ojos, pero él me detiene con un brazo.

—¿No me saludarás? ¿O dirás qué no me recuerdas? —ladea la cabeza sutilmente. Su pelo largo teñido de verde oscuro cayendo a ese costado.

—Hola Cry, adiós Cry —intento safarme de su agarre, pero él me aprieta más aún.

—Nena, nena —con su otra mano acaricia mi rostro.

Aparto mi cara ya que su tacto en ella me produce asco.

—Suéltame —le ordeno.

Una señora de la mano con dos niñas pasa por nuestro lado. Ve mi rostro y abre los ojos sorprendida por un segundo seguido de esto apura a las niñas para salir del local lo más rápido posible.

Mierda...

Riri... —mi saliva pasa como puntillas afiladas y calientes por mi garganta. Llevaba tiempo sin escuchar que me llamaran así—. Hay que ponerse al día.

Cry suelta mi brazo y me guiña un ojo.

—No, no tenemos que ponernos al día —limpio mi cara con desprecio donde él había tocado.

—Sí, lo haremos —demanda. Sus ojos verdes me miran con si atravesaran mi alma y pudiera ver todo mi ser —. A las ocho de la noche, en el lugar de siempre.

Toca el aro de su nariz en un gesto simple, pero que conozco muy bien. Se gira dándome la espalda y yéndose del local con las manos en los bolsillos de su pantalón negro con cadenas.

—Mierda —espero un minuto a que él tome su camino antes de yo salir y volver al auto.

No iré.
Ya no volveré a ese mundo.
Perro idiota.

Caminos De Sangre [Los Stein]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora