CAP 25

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En el cielo, en las nubes.
En el mar, en las olas.
Lucero mío nunca estuve
Tan enamorado como ahora.

Entre las tinieblas del olvido
Una luz yace ahora.
Con su vestido verde olivo
Destaca ella entre todas.

—Señor Ferguson, por favor tómese su medicamento —la enfermera trae el vaso con agua y las tres pastillas que debe tomarse.

La chica es nueva trabajando en el Hogar de Ancianos. Ya ha atendido al hombre unos tres días, pero ha notado que su paciencia tiene un límite.

—Señor Ferguson —volvió a insistir la muchacha en vano.

El hombre miraba por la ventana, estaba sentado en su sillón favorito. Nadie se sienta en su lugar, nadie se atreve a molestarlo.

Él solo mira el patio con sus árboles de hojas naranjas y amarillas. Pero no les presta atención a ello, no, él está pensando en su amada. Piensa en aquellas poesías que le escribía cuando eran jóvenes.

Aún recuerda su aroma dulce. La recuerda a ella, recuerda como bailaba con él en el salón de la casa nueva que habían comprado juntos.

Piensa también en sus errores. Él se arrepiente por haberse marchado. Nunca se perdonará haber dejado a su  amada junto a sus dos hijos pequeños.

++++

—¿Y cómo es? — Elie tiene la vista en el camino.

Nos dirigimos al Hogar de Ancianos y como no se puede quedar callada me ha estado preguntando sobre mi vida amorosa.

—Alto, pelo y ojo negros —pongo la mano en mi mentón simulando que pienso mucho mi respuesta—. También muy atractivo, además vamos juntos al gym.

—Tienen aficciones en conjunto eso es bueno. Mi exmarido y yo no teníamos mucho en común, la verdad fue una de las cosas por la que nos separamos.

Cuando conocí a Elie ella aún estaba casada con el padre de sus hijos. Simplemente un día se separaron, él se quedó con la casa y ella vivió un tiempo en nuestra casa. El roce hizo cariño de ella y mi madre.

—También nos vemos en la escuela —agrego obviando la parte en que es mi profesor y tiene tres hijos.

—¿Has pensado en qué le dirás?

—No llego a una respuesta clara de lo que quiero, es muy complicado.

—Si tú lo dices...

Elie entra al estacionamiento del Hogar, hay muchos autos, es día de visita.

El Hogar de Ancianos se compone de dos edificios de tres plantas conectados por un pasillo en los segundos pisos. Su fachada es blanca con azul, un gran jardín lleno de flores con una pequeña fuente de un angelito.

Este lugar al principio era unos edificios abandonados, pero Elie junto a sus inversores que hoy por hoy no sabemos quiénes son, han mantenido este lugar impecable y se ha vuelto un sitio cómodo y un poco lujoso diría yo.

Bajamos del auto y la frialdad de la mañana me recibe. En Canadá el frío golpea más duro cuando comienza otoño y ni hablar de Diciembre y Enero.

Un jardinero con guantes en las manos y pantalones llenos de tierra saludo a Elie con un “Buen día, jefa”.

Las dos entramos al calor de la recepción y somos recibidas por un chico alto, flacucho y de lentes de pasta dura.

—Buen día Señora Mulligan. Ya he echo el reporte de las latas de conservas faltantes —el chico lleva unas carpetas en sus manos las cuales va entregando a Elie una por una mientras vamos caminando por el lobby—. También la Señora Filland ha desistido de denunciar el lugar, sus abogados llamaron esta mañana.

Caminos De Sangre [Los Stein]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora