CAPÍTULO XXIV

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      •La cena•

Capítulo 24

Alessia Pellicer.

Alexander me miraba con curiosidad, le guiñé un ojo y me concentré en mi amiga.

—La misma que canta y baila, corazón—Le hablé como de costumbre, sabía que si seguía con ese aire triste iba a terminar llorando.

Pegó un grito tan fuerte que tuve que alejarme del móvil.

—¡Serás hija de puta!—Me gritó y eso hizo que soltara una carcajada, Alex me miró y sonrió de forma muy tierna—¡¿Sabes hace cuánto no sé de ti y lo mucho que te he extrañado?!

Volví a carcajear.

—Vale, tampoco seas exagerada, no me he ido dos años.

—¡Lo sentí como años, maldita!—Se calmó y la sentí llorar—Te extrañaba, gilipollas.

Sonreí y me recosté en el asiento, poniéndome cómoda.

–Yo también, por eso te llamo, porque te extraño como a nadie, me siento sola.

Alex me apretó el muslo, lo miré y le sonreí, desviando lo que acababa de decir.

Me volví a concentrar en el móvil.

—¿Donde estás? Pásame tu ubicación y voy.

Suspiré y comencé a jugar con un mechón de pelo.

—Sí, sobre eso...—Comencé a decir, sin saber cómo ella iba a reaccionar—digamos que es complicado.

—¿Complicado? ¿Por qué?

—Estoy en Francia.

La escuché gritar otra vez.

—¡Que te has ido a Francia! ¡¿Tú estás loca o qué?!

Suspiré nuevamente.

—Sí...lo siento, pero no puedes decirle a nadie, por favor, nadie puede saber que estoy aquí.

Alex me miró muy confundido, claro, no se me podía ocurrir algo mejor para decir.

—¿Qué no puedo decir que? ¡¿Te has pirado a la mierda y pretendes que no diga nada?!

—Es que, es complicado.

Alex carcajeó al oír los gritos de la más discreta de mis amigas.

—¡Hasta estás con un chaval! Yo es que no lo puedo creer.

Me reí yo, y a su vez Alex.

—Tammy, ya para, ¿si?—Seguia controlando mi respiración, ya que no podía parar de reír.—Vale, si te pago un pasaje de ida y vuelta, ¿no te enojas y no le dices a nadie?

—Estoy saliendo.

Volví a reír, era inexplicable lo mucho que extrañaba a esta mujer.

—Vale, mañana te saco el pasaje, ¿te parece bien?

Volvió a gritar, pero esta vez era de alegría, si no estuviera con Alex, estaría gritando yo también, ¿para qué mentir?

—Ay, Dios mío, no sabes lo mucho que te extraño—Dijo llorando—Ah, y ya me contarás de ese galán que tienes a tu lado.

Me ruboricé completamente, Alex sonreía con superioridad.

—¡Tamara!—Dije con una vergüenza palpable.

Ella carcajeó al otro lado del móvil.

—Pues te jodes, eso te pasa por desaparecer, ¿sabes cuánto necesitaba contarte de mis amores fallidos?

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora