CAPÍTULO XXVII

24 3 0
                                    

La tarta

Capítulo 27
Alessia Pellicer:

Desperté cuando sentí mi alarma sonar, no sabía qué hora era. Me levanté un poco desorientada, y miré hacia mi costado para saludar a Alex.

Pero para mí sorpresa, él no allí.

No entendía lo que sucedía, ¿habré soñado todo?

En parte me aliviaba, ya que el hecho de que él supiera de mi problema, me aterraba.

Me dirigí hacia el baño y me miré en el espejo, joder, que mal me sentaban las mañanas. Me lavé la cara, los dientes, y me hice un moño.

Raramente tenía mucho calor, así que me quité la camiseta y me quedé en sujetador.

Salí del baño dando una bocanada de aire, estaba muy cansada, aunque no entendía por qué.

No iba a hacer nada en el día, no tenía nada planeado, así que planeé mi día como un día para mí, para no hacer nada en realidad.

Me dirigí a la cocina, y abrí el refrigerador para tomar algo de leche

Cuando cerré la puerta de la heladera, me encontré con los ojos deslumbrantes de Alex mirándome directamente a los míos. Al segundo me asusté por su presencia tan repentina.

—¡Joder, Alex! Que puto susto.

Él sonrió, pero al segundo su vista bajó hacia mis pechos y pareció sorprendido, y recordé que no traía nada puesto.

Al segundo traté de taparme. Alex pasó saliva.

—Lo siento, no sabía que estabas aquí, yo...

Sonrió y me acercó hacia él.

—Por mí puedes estar así todo el día—me besó los labios.

Rodeé los ojos y lo aparté.

—Ya te gustaría, gilipollas

Sonrió y me guiñó un ojo. Cogió su taza de café y se sentó en una silla, mirándome fijamente.

—Por su puesto que sí, francesa—Tomó un sorbo de café y me reparó de arriba a abajo.

Rodeé los ojos.

—Idiota—me tapé con una manta el cuerpo y lo miré directamente a los ojos—Ojalá lo hayas disfrutado, porque es la única vez que me vas a ver así.

—Claro.—Dijo en tono sarcástico mientras sacaba su celular para hacer una llamada.

Atendió y salio de la cocina para estar más cómodo.

Yo resopé y me coloqué una camiseta para poder desayunar.

Me tomé el café y a los minutos Alex volvió.

—Toma, preciosa—Cuando vi lo que me tendió, creí palidecer.

—Alex...

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora