CAPÍTULO II

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•Ciudad de París•

Capítulo II

Alessia Pellicer.

Un día nuevo, una posible ilusión nueva, un nuevo camino, un nuevo recorrido.

Me quité la manta de encima y, cuando mis pies tocaron el suelo, salté un poco, ya que el suelo era frío, siempre fue frío, aunque sea verano.

Me planté frente al espejo y casi grité al ver mi aspecto. Una cosa característica de mi, no me sientan las mañanas, literalmente parezco un horrible monstruo, bueno, quizá esté exagerando un poco.

Comencé a lavarme la cara quitando los restos del maquillaje de ayer, el cual no era muy exagerado ya que recién había llegado a París.

No soy de los maquillajes naturales, me gustan los delineados, y los labiales fuertes. Me he acostumbrado tanto a ellos que no podría verme al espejo sin una gota de maquillaje.

Me quité la ropa y me metí en el agua fría, sí, fría. Si no me baño con agua totalmente helada en la mañana, no me puedo despertar.

Luego de la larga ducha, me metí en mis jeans favoritos y una blusa blanca ligeramente metida dentro de los jeans.

Me coloqué mis accesorios—Que la mayoría son collares de oro, pulseras de oro y como no, pendientes de oro—y salí de mi cuarto.

Al salir me encontré con el sol matutino.

Fui hacia la cocina y me serví un vaso de agua, saltando el desayuno.

Me terminé el agua, agarré el bolso y salí del departamento.

Al salir hacia afuera, la brisa semi-fria me dio la bienvenida.

Ya comenzaba el frío, el invierno casi llegaba y yo tenía que comprar más ropa de abrigo.

Tomé un taxi y me dirigí a la primera cafetería que vi.

Si, amo el café, pero el café de cafetería es una pasada, no sabría bien como explicarlo.

Llegué a un lugar bastante elegante. Me senté en una de las mesas junto a la ventana y esperé hasta que vino la camarera.

—Buenos días, señorita—Dijo alegre, una rubia de ojos azules. Joder, me pregunto que comerán las mujeres de aquí, son todas bellísimas.—¿Qué desea ordenar?

—.Quiero un Latte, con poca azúcar y un pedazo de tarta, gracias.

—Enseguida se lo traigo—Asintió con la cabeza antes de retirarse.

Miré por la ventana, las gotas comenzaron a caer. De alguna forma eso me alegró un poco el día, me encanta la lluvia. Me da paz.

No debería comer esa tarta, pero, vamos, hoy es mi cumpleaños, debería darme un regalo ¿O es que acaso eso está mal?

Oh, cierto, olvidé mencionar que hoy cumplo 23 años.

Hace 23 años, un 7 de octubre, nací yo, lastimosamente nací yo. Ah, por cierto, soy libra.

No sé mucho de los signos, pero del mío se bastante.

Después de un rato, la misma chica volvió y dejó mi pedido en la mesa.

—Muchas gracias.—Dije con una sonrisa amable.

—Que lo disfrute—Me devolvió la sonrisa antes de retirarse

—Por supuesto.

Di una bocanada de aire cuando vi el pedazo de tarta.

"Lo merezco" me dije a mi misma. No sé si los que dije sea cierto, pero, vamos, tengo hambre y hoy es mi cumpleaños.

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora