•Recuerdos dolorosos•
Capítulo 17.
Alessia Pellicer.
Una tarde de verano, toda la familia reunida en el patio de casa.
Yo jugaba con mis muñecas sola en la cocina, hace poco había cumplido los seis años.
Él cruzó la puerta y se quedó mirándome.
"Acompáñame a buscar algo en la habitación de tu abuela, " dijo él.
Sonriendo, lo seguí, hacer el bien siempre me había gustado.
Dolor.
Angustia .
Llanto.
Mis pequeñas manitos temblaban.
Miedo, sentía mucho miedo, nunca en mi vida había pasado tanto miedo.
Dolía mucho, demasiado...
Y desperté. Joder, odiaba esos sueños.
Toqué mi rostro, claramente estaba llorando.
Me levanté, y para mi mala suerte, me mareé y caí de bruces contra el piso.
Un poco desorientada, volví a pararme. Joder, odiaba esos mareos repentinos.
Fui a la cocina y busqué en el refrigerador algo para comer. Joder, me moría de hambre.
En realidad, no sabía si realmente era hambre, o era pura ansiedad.
Pero agarré muchas cosas, mientras los pensamientos abundaban en mi cabeza. Sobrepasaba todo, absolutamente todo.
Malditos sueños, malditos pensamientos, maldita vida.
Hay gente que no sabe lo que es tener una lucha constante con uno mismo, incluso se burlan de ello. Lo que no saben, es lo fuerte que tiene que ser una persona para poder sobrellevar eso.
A veces, fingimos felicidad, por miedo al rechazo, por miedo a las burlas. Pero no lo entiendo, ¿por qué si una persona muestra lo bien que se siente es aprobado por la gente? ¿Y por qué si alguien está triste, o está pasando por algo feo lo denigran u ocultan?
Me parece muy injusto, porque es imposible vivir en completa felicidad.
Pero lo que no sabemos, es que, cuando lo ocultamos le damos la razón a la gente que dice que está mal mostrarlo. Al final hacemos lo mismo, compartimos pensamiento, y eso está mal.
Estaba tan distraída en mi propia mente, que no me había dado cuenta de todo lo que había estado comiendo.
Cuando por fin pude reaccionar, ya era tarde, había comido todo lo que había llevado a la mesa.
Los ojos se me llenaron de lágrimas. Mierda, ¿Otra vez?, no podía ser tan inútil.
Tan pronto como las nauseas me abarcaron, corrí al váter y devolví toda esa comida que había ingerido.
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¿Y si te digo que sí?
RomansaAlessia Pellicer, tras un evento traumático decide viajar a París, su ciudad natal, sin avisar a nadie. Un día, Alessia, decide salir a dar un paseo por el parque de su ciudad. Ella cree que su día va a ser como los demás, aburridos, grises y solita...