CAPÍTULO XXVI

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•La verdad•

Capítulo 26
Alessia Pellicer.

Una de sus manos se dirigió hacia mi nuca, profundizando el beso.

Se separó unos segundos para poder verme a los ojos, él tenía la respiración agitada.

Me levantó y yo crucé las piernas en su espalda, caminó conmigo hasta dejarme sobre el sofá de la sala.

Comenzó a besarme el cuello mientras yo lo veía en la luz que reflejaba la ciudad.

Era mágico, jamás creí estar en esa situación con el amor platónico de mi vida, sinceramente no me lo creía, y tocaba su espalda para asegurarme que era real y no lo estaba imaginando.

Volvió a besarme y comenzó a quitarme la sudadera.

Tocó mis hombros y lo recordé...

Joder.

—Espera, Ale—Dijo él, separándose de mí y mirándome a los ojos.

Estiró la mano para encender la luz, y se me quedó mirando con mueca de horror.

Traté de taparme pero era una pérdida de tiempo, puesto que ya lo había visto.

—Joder.—Pronuncié a lo bajo.

Me sentó en el sofá y volvió a tocarme, aún no decía nada.

—Joder, Alessia, ¿qué te has hecho?—Me miró a los ojos, pero no pude resistir mirarle en esa situación, mi mirada se fue hacia el suelo.

Sentí las lágrimas inundar mis ojos, quería desaparecer.

—Lo siento, yo...—Se me quebró la voz y no pude evitar romper en llanto.

Él rápidamente me envolvió en sus brazos, apretándome fuertemente.

Se separó de mí y me miró directamente a los ojos, estaba tan preocupado, y yo me sentía como la mierda.

—No tenías esto en el hospital, me hubiera dado cuenta, ¿cuándo fue? No quiero mentiras, Alessia.

Las lágrimas caían por mis mejillas y yo no sabía que decir.

—Digamos que cuando nos estábamos por ir del hospital, pedí para ir al baño...—Agaché la cabeza—Lo siento.

—¿Te cortaste en el baño?

Joder, no tenía ni un poco de tacto.

—Sí...

—Joder—Volvió a abrazarme fuertemente.—¿Dónde tienes la cuchilla? ¿La llevas siempre?

—No te voy a decir dónde, pero sí, la llevo siempre conmigo.

Parecía sorprendido y muy preocupado.

—¿Por qué? ¿Por qué te haces eso?

No sabía que responder, ¿uno que responde a eso? No lo sabía, no se lo podía decir tal cual, porque iba a quedar helado, además no quería contarle toda mi vida todavía, ni siquiera estaba preparada para hacerlo.

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora