CAPÍTULO XIII

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Chico no tan desconocido•

Capítulo 13.

Alessia Pellicer.

—¿Asher?—Pregunté extrañada.

El sonrió.

—¡Lo sabía!—Dio un saltito—¡Sabía que era usted!

Giré la cabeza.

—Espera, ¿Tu eres "Alexander"?

–Claro que sí, sabía perfectamente que usted era la chica del teléfono.

—Puedes hablarme de tú.—El asintió y me indicó con la mano que me siente en la silla frente a el—¿Cómo es eso que "sabías que era yo"?

Me dio la carta.

—Claro, cuando te vi en la firma de libros. Ya de por sí clavé mi vista en ti porque eras la única chica de allí que no gritaba, es más, estuviste súper tranquila hasta cuando me tuviste a centímetros, la mayoría me abraza e incluso besa.—Hizo una mueca–Intenté hacerte caer, cuando te abracé para la foto, pero, aún así, tú estabas muy calmada.

Suspiro y siguió:

—No podía ser casualidad que justo las dos chicas se llamasen Alessia. Por eso te pedí de vernos, quería, además de conocerte, sacar esa duda.

Yo estaba boquiabierta, no sabía que decir. Lo miraba con los ojos muy abiertos.

—¿Y bien?

—Joder, que extraño, no puedo creer que con la persona que he hablado todo este tiempo seas tú, eres mi escritor favorito.

–Me halagas.— Se quitó la mugre imaginaria de sus hombros.

—No, no puedo creerlo.

—Créelo, francesa.

—¿Francesa? ¿Cómo sabes.....?—Quise decir algo, pero me interrumpió.

—En primer lugar, y más obvio, vives aquí, en segundo, el acento de tu Inglés.

No me había dado cuanta, estábamos hablando en Inglés. Generalmente uso el Inglés, el francés lo usó con las personas de aquí, pero en mi casa, siempre uso para todo el Inglés.

—No me había dado cuenta que estaba hablando en Inglés, si te resulta más cómodo, hablaremos en francés.

—Claro que no, me encanta el Inglés, es más, no domino del todo el francés. Por suerte las personas de la firma hablaban poco, gritaban más que nada.

Soltó una risita.

—En fin, quiero que me expliques todo—Empecé yo, pero el me ignoró descaradamente llamando a una mesera.

—Luego de pedir—Me sonrió coquetamente.

La mesera no tardó en llegar a nuestra mesa.

—Hola, buenas tardes.—Dijo la rubia, mostrando una pila de dientes perfectos—¿Qué desean ordenar?

El me miró esperando mi respuesta.

—¿Yo? Eh. Quiero un Latte, con poca azúcar, gracias.

—Prefecto, ¿Y usted, caballero?—Se giró hacia...¿Asher? ¿Alexander? Ya no sabía quien era.

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora