CAPÍTULO XXIX

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•Tammy•

Capítulo 29
Alessia Pellicer.

Suspiré y abrí el celular.

Alex: ¿Cómo estás, francesa? Siento estar molestando a esta hora, ¿estás despierta?

Respiré y miré la hora, no había sido consciente de que las horas pasaron tan rápido, ya eran las doce de la noche.

Sonreí y dejé que mi cuerpo entero se relajara, no me había dado cuenta, pero había estado todo el día tensa.

Ale: Lo siento, pero yo no puedo responder mensajes de chicos desconocidos.

Sonreí al teléfono como una tonta, me sentía una quinceañera.

Alex: Oh, vaya, pues lo siento. Entonces deberíamos conocernos, ¿no? Mañana, tengo entradas para una obra de teatro, la cual sospecho que te gustará mucho, ¿qué me dices?

Solté una risita al leer ese mensaje, ¿es que como podía hacerme sonreír tanto?

Estuve a punto de decirle que sí, hasta que recordé, ¡Que mañana llegaba Tammy! Joder, ¿cómo podía olvidarme?

Hace un par de días le había sacado el boleto, y me había olvidado por completo.

Ale: Me encantaría, de verdad, pero...¿te acuerdas de Tammy? Bueno, ella llega mañana por la mañana y planeaba pasar el día con ella, lo siento :(.

Me sentí nerviosa al enviar ese mensaje, y cerré los ojos esperando su respuesta, ¿y si había comprado esas entradas específicamente para nosotros?

Alex: Pues genial. Mañana te acompañaré al aeropuerto, y conoceré a tu amiga. Las entradas, las pueden usar ustedes, así pasan tiempo juntas.

Abrí un poco los ojos, sorprendida.

Ale: Pero, esas entradas son tuyas, Alexander, no puedes dármelas. Lo del aeropuerto te lo acepto, porque generalmente me ponen nerviosa los reencuentros.

Alex: Pues como a todos. Por lo de las entradas no te preocupes, realmente quiero que vayas, ya iremos nosotros a otro sitio juntos. Por lo pronto, vete a dormir, Francesa, que mañana te espera un laaargo día, que sueñes con los angelitos (conmigo) ;).

Sonreí y apagué el teléfono. Que día tan de mierda había tenido, y no había podido hablarlo con absolutamente nadie, aunque, siendo sincera, tampoco lo hubiese hecho si hubiese tenido con quién.

Tampoco había sido para tanto, quizás Eros había tenido un muy mal día y sin quererlo, terminó desquitando su enojo en mí.

Miré hacia mis brazos, donde ahora yacían moretones, dos en cada brazo. Joder, o parecía que me habían dado la paliza de mi vida, o me habían follado como nunca. Claramente, y para mi desgracia, la segunda no era ma opción correcta.

Hice una mueca de dolor cuando mis dedos tocaron el morado de mi piel.

Suspiré y me hice una cola de cabello, un poco desordenada, para luego acostarme, necesitaba dormir, Alex tenía razón.

¿Y si te digo que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora