Julieta
Entré a la oficina apresurada, mis pulsaciones aceleradas. ¿Había besado a Wendy? ¿En serio? Todo iba demasiado rápido y no lograba entender qué me estaba pasando.
—Julieta, ¿dónde está la joven? —preguntó mi padre, mirándome seriamente.
—Yo... eh, tomé su declaración y la archivé, es amiga mía. Le robaron el auto y vino a presentar la denuncia. Al parecer, estaba un poco afectada, así que le aconsejé que se fuera a su casa. La vi tomar un taxi. ¿Por qué? —intenté explicarle algo para que mi padre creyera lo que decía.
—¿De dónde la conoces? —preguntó con curiosidad.
—De la universidad, ¿por qué? —lo miré preocupada.
—No, no, solo curiosidad.
En eso entraba Marcos informando de un caso de drogas o algo así. Mi mente estaba en otro lugar en ese momento para prestar atención a eso.
—Tenemos que hablar —susurró al oído yéndose con el sargento.
—Tú te quedas —habló el sargento rápido señalándome la computadora. Iban a reprochar, pero enseguida me hizo mala cara. Estaba destinada a hacer trabajos de oficina por el resto de mi vida solo por ser la hija del sargento.
Al parecer, Marcos se iba a infiltrar para atrapar a un traficante de drogas poderoso. Empecé a trabajar en los informes mientras estaba atenta al procedimiento que estaban haciendo los chicos.
Marcos se iba a colocar frente a Antonio Pacheco, un narcotraficante poderoso, que lo iba a presentar un informante, lo que no se esperaba era que Pacheco matara a su informante delante de él y todo se fuera al caos. Todo eso lo escuchaba por la radio y lo veía por la cámara que Marcos tenía escondida.
—Tenemos un cadáver —dijo la voz de Pirs por la radio. Por un segundo temblé, luego volvió la voz de Pirs—. También tenemos a un agente secuestrado —habló claro y mi mente se nubló, ¡Marcos!
Dos horas después, los chicos habían llegado a la estación y estábamos investigando dónde podía estar Marcos. No había rastros de ningún tipo, todo eso hasta que una joven llegó a la estación con una caja preguntando por el sargento Cruz.
Esto estaba saliéndose de control. En la caja se encontraba un pendrive y un teléfono. En el pendrive pudimos ver que estaban torturando a Marcos de todas las peores maneras. Mi padre atendió el teléfono cuando sonó, lo puso en altavoz mientras escuchábamos con atención los quejidos de Marcos de fondo.
—Quiero todos los archivos de los informantes de su unidad, ¡todos! A cambio de su agente, envíe a una oficial sin cámaras ni micrófono porque conocerá la muerte, envíe a la calle 23. HORA 11 AM o su detective muere —y la llamada se cortó.
—Entreguélales los informes —dijo sin más Eva.
—No voy a entregarles mis informantes, tienen familias, hijos. Será una matanza —dije casi sin pensar en que la vida de Marcos estaba en peligro.
—¿Prefieres sepultar a Marcos? —me gritó Eva, y es que no quería eso, pero no quería que gente muriera a manos prácticamente mías.
—Nadie entregará nada, Pirs, empieza a crear perfiles falsos, y Emma, prepárate para el encuentro. No tenemos mucho tiempo para crear un plan —dijo el sargento.
—Ire... yo —dije sin más.
—Sácala de aquí, Pirs —gritó algo enfadado.
—Tú y yo sabemos que soy la mejor para esto, me entrenaste tú, puedo hacerlo. Y no te estoy pidiendo permiso, lo haré —
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Amor Bajo Fuego (chicaxchica)
RomanceJulieta Cruz, una destacada miembro de su escuadrón e la hija del sargento más temido y respetado de la ciudad, se adentra en una misión: desmantelar una organización criminal dirigida por Olsson. Sin embargo, la vida de Julieta es mucho más que una...