El pie se me hundió en el acelerador, y el coche salió disparado. 120... 130... 140... Solo quería huir, dejar atrás esa sensación que me estaba ahogando. Mis manos se aferraban al volante, los nudillos blancos, mientras el coche volaba sobre la carretera.
La adrenalina me despejaba un poco la mente, aunque no del todo. Estaba tan enfocada en la velocidad, siguiendo esas líneas amarillas como si fueran mi única guía, que ni me di cuenta de que había pasado el límite permitido. Entonces lo vi: un patrullero al costado de la ruta, con las sirenas encendidas.
Por un segundo, pensé en pisar más fuerte el acelerador y largarme de ahí. Pero no sé por qué, algo en mí hizo que bajara la velocidad de golpe.
Suspiré profundo, sabiendo que esto no iba a terminar bien. El coche de la policía se detuvo a mi lado, y vi al oficial bajarse. Se acercó a mi ventana con paso firme, y yo ya estaba preparando mi mejor cara de inocente.
El oficial golpeó suavemente el vidrio, y lo bajé despacio.
—¿Sabes a qué velocidad venías? —preguntó el policía, mirándome fijamente.
—No... o sea, sí, pero... —empecé a balbucear
—¿Tenes idea de cuántos kilómetros por hora ibas?
—Un poco más de lo permitido... —admití.
—Ibas a 140 en una zona de 80. Eso no es "un poco más", es el doble. —Su voz era firme, pero no estaba gritando. Típico de policía
— Dame tu licencia y los papeles del coche.
Me mordí el labio, sin decir nada más, y le entregué lo que me pidió.
El oficial revisó mis papeles, echándome una mirada como si tratara de descifrar algo. Mientras revisaba los documentos, me miró fijamente, pero yo me mantuve firme, sin parpadear.
—Tu rostro me es conocido —dijo
Hasta ahora, solo me había enfocado en su placa y en su uniforme, pero al alzar la vista, algo en su rostro me resultó familiar.
—¿Me vas a poner la multa o solo vas a seguir mirándome? —le solté, con una sonrisa ladeada—. Porque no soy modelo, ¿sabés?
El oficial frunció el ceño, pero su expresión se suavizó un poco. Parece que no estaba acostumbrado a que le respondieran así. Miró mis papeles una vez más y, después de un largo suspiro, levantó la vista.
—¿Sabes qué? —dijo, mientras me devolvía los documentos—. La próxima vez, ten más cuidado. Y por favor, reduce la velocidad.
—¿Por qué diablos no me multó? —murmuré para mí misma, mientras me alejaba del lugar.—¿Era un favor, o simplemente tenía un buen día? —murmuré para mí misma mientras me alejaba del lugar.
En fin, volví a mi rutina, acelerando por la carretera. El paisaje se volvía cada vez más vacío, con solo árboles y campo alrededor. ¿Dónde diablos estaba? No tenía idea, pero la velocidad me tranquilizaba. Había algo liberador en la forma en que el viento golpeaba el coche y la carretera se estiraba ante mí.
Pasé más de dos horas manejando. El celular no dejaba de sonar; suponía que eran notificaciones de WhatsApp o algo por el estilo. Iba a mirarlo, pero de repente vi una sombra pequeña aparecer en la ruta.
—¡Mierda! —exclamé, pisando el freno a fondo. Las llantas patinaron y el coche comenzó a deslizarse. Giré el volante con todas mis fuerzas y, en un instante, me estrellé contra un árbol.
El coche se detuvo de golpe al chocar con el árbol, y los airbags se desplegaron en una nube de polvo y humo. Por un momento, todo quedó en silencio absoluto. Mi corazón latía desbocado mientras trataba de procesar lo que había pasado. Con las manos temblorosas, solté el cinturón de seguridad y empujé la puerta. Al salir tambaleándome, el aire fresco me golpeó la cara, y el dolor en mi cuerpo se volvió agudo.
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Amor Bajo Fuego (chicaxchica)
RomanceJulieta Cruz, una destacada miembro de su escuadrón e la hija del sargento más temido y respetado de la ciudad, se adentra en una misión: desmantelar una organización criminal dirigida por Olsson. Sin embargo, la vida de Julieta es mucho más que una...