Capítulo 11

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Wendy

02:03 am

A la noche, me encontraba en el molesto sillón. No había logrado pegar un ojo en toda la noche. Todo lo sucedido hacía horas era algo nuevo para mí, me sentía una estúpida, completamente enamorada. ¿Así se sienten las adolescentes? Las compadezco.

La habitación estaba sumida en la oscuridad, solo iluminada por la tenue luz de la anticuada televisión del hospital, que ni siquiera marcaba un canal, sino que emitía solo el sonido de estática, rebotando por las paredes con eco. Imaginen lo viejo que era eso.

Me revolví incómoda, buscando una posición más cómoda que no encontré. Frustrada, tiré la manta al suelo y me senté en el sillón, mirando fijamente al vacío. Mientras el reloj de pared hacía tic tac, tic tac, y el murmullo de la calle entraba por la ventana, típico de una película de terror, casi podía imaginar al asesino entrando en cualquier momento.

—Qué estupidez —susurré para mí misma, negando con mi cabeza aquella ocurrencia que eme paso por la mente

Mientras volvía a mis pensamientos, observaba cómo Julieta respiraba tranquilamente.

 De repente, el silencio se sintió en paz, pero toda esa paz se desvaneció cuando la puerta se abrió lentamente. Me asusté y miré fijamente sin moverme. Era una chica, vestida de manera casual, claramente no era ninguna enfermera.

La intrusa parecía ajena a mi existencia, completamente enfocada en Julieta, lo cual encendió todas mis alarmas. Rápidamente, me levanté con sigilo, colocándome detrás de ella. Bueno, así es como empiezan las películas de terror.

Cuando la chica se acercó lo suficiente a Julieta, mi instinto tomó el control y me abalancé sobre ella, agarrándola de los brazos.

—¿Qué diablos?! —gritó la desconocida, su rostro aún en la penumbra de la habitación.

Aflojé mi agarre, pero no la solté del todo. ¿Quién era y qué estaba haciendo aquí?

—¿Quién eres y qué estás haciendo aquí? —le pregunté, mientras mantenía un ojo en Julieta, quien se despertó por el grito.

—¿Qué está pasando? —preguntó Julieta, mirándonos a ambas con desconcierto.

—¿Le puedes decir a tu guardaespaldas que me suelte, Julieta? —dijo la chica, tratando de zafarse, aunque yo no la soltaba.

¿Quién diablos es esta chica?

Julieta me miró, sonrió y luego soltó una risita. ¿En serio te ríes?

Y aquí estaba yo, pensando que estaba salvando a Juli de una asesina de película de terror.

—¿Puedes soltar a mi hermana? No creo que quiera matarme. —Mierda, es la hermana. La solté rápidamente, mirándola con desconcierto, sin pedir disculpas. Simplemente la solté y la observé de reojo. Encendí la luz para poder confirmar que realmente era su hermana y, vaya, son iguales. ¿Qué onda, su mamá es fotocopiadora o qué?

—Una disculpa vendría bien, ¿no? —añadió la hermana.

Solo me quedé callada mirándola. ¿Disculpa de qué? ¿Quién entra a una habitación a las dos de la mañana, después de un tiroteo?

—No pienso disculparme —dije cruzándome de brazos, sintiendo la irritación crecer en mí.

—Linda guardaespaldas, lástima que no tiene modales —respondió con arrogancia.

—Mejor cállate —espeté con un tono afilado y sin filtro, sorprendiéndome a mí misma por lo natural que sonaba.

—Wendy... —Julieta hizo un gesto como indicando que bajara un poco el tono.

Amor Bajo Fuego  (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora