Capitulo 13

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Julieta

Wendy me había llevado a recorrer casi toda su casa, mostrándome cada rincón con entusiasmo contagioso. Me sentía como una niña en una tienda de dulces.

—Y esta es tu habitación, allí está la mía —indicó Wendy con una amplia sonrisa, señalando hacia una puerta de color crema.

—Vaya, es enorme, casi como un departamento entero —observé, impresionada por el tamaño.

—Te quedarás aquí hasta que podamos arreglarlo —afirmó con determinación.

—Tú no me mandas, así que si quiero irme, me voy —respondí, cruzándome de brazos en un gesto de desafío.

—Julieta, a veces eres tan terca —me reprendió, con una expresión entre divertida y frustrada.—Aquí mando yo, además, recuerda que estás "muerta" —añadió, pellizcando juguetonamente mi mejilla y provocando una sonrisa en mi rostro. La situación era tan absurda que no pude evitar sentirme un poco desconcertada.

Maldito cupido, ¿por qué tenías que disparar tan certero?

Me dejé caer en la cama, sintiendo el suave colchón acunar mi cuerpo cansado. La adrenalina de los últimos días comenzaba a disiparse, dejando lugar a la pesada carga de la realidad.

—¿Qué se supone que debo hacer ahora? —pregunté, mirando al techo como si en él pudiera encontrar las respuestas que tanto necesitaba.

Cerré los ojos, dejando que el cansancio me abrazara y me llevara lejos de todo por un momento. Pero incluso en la oscuridad de mis pensamientos, una imagen persistía: los ojos intensos de Wendy , la mujer a la que había jurado detener a toda costa. ¿Cómo podía estar tan enamorada de alguien que representaba todo lo que odiaba? o eso pensaba.

...

Desperté sintiéndome renovada, como si hubiera dormido por primera vez en años. La sensación de felicidad me envolvía, sin preocupaciones ni miedos. Era una sensación increíble, como si hubiera retrocedido en el tiempo.

Wendy había dejado ropa lista para mí, lo cual agradecí enormemente. Después de un baño refrescante, me di cuenta de la horrible cicatriz, pero no me importó demasiado. Nada parecía ser capaz de arruinar mi estado de ánimo.

Bajé a la cocina en silencio, notando que la casa estaba tranquila.

Así que decidí tomar la iniciativa y prepararme el desayuno; moría de hambre ,la comida del hospital era simplemente asquerosa.

Mientras tarareaba una canción y cocinaba unos huevos revueltos, sentí unas manos en mi cintura. Por reflejo, lancé un codazo a la persona intrusa.

—¡JULIETA, ESO DOLIÓ! —se quejó Wendy, sobándose el abdomen.

—¡Me asustaste! —respondí con una sonrisa al ver su expresión de dolor.

—A ti te gusta golpearme, eso no cabe duda —dijo Wendy, ahora sonriendo mientras dejaba de sobarse el abdomen.

—Mejor cállate, ¿sí? —le dije acercándome para dejarle un beso en la mejilla.

—Oye, ¿por qué en la mejilla? —preguntó con una ceja alzada, provocativa.

—Porque te lo mereces —respondí con una sonrisa traviesa, disfrutando de nuestra pequeña interacción matutina.

Wendy se echó a reír, y su risa llenó la cocina.

—Eres una tramposa —dijo, pero su tono estaba lleno de diversión.

—Solo estoy siendo justa —respondí, girando la sartén para terminar de cocinar los huevos. —Además, podría haber sido peor.

Amor Bajo Fuego  (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora