12.

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12. Ahora te voy a llamar Cream 

Si hace dos semanas me hubieran dicho que iba terminar en medio de Kiran Ormanovich y Vikesh Leiro me habría reído en su cara. Pero a pesar de las probabilidades acá estamos.

Después de salir de la panadería seguimos a Vikesh veinte minutos hasta encontrar el bendito lugar al que quería ir Cyrene.

Es una cafetería de estilo vintage que emana un encanto nostálgico desde el momento en que cruzamos la puerta. Con una fachada de piedra en tonos fuertes y desgastados.

Cuando ingresamos nos da la bienvenida el murmullo de los comensales y el aroma embriagador del café recién hecho. Tiene las paredes de ladrillos a la vista en tonos marrones y rojizos, exhibiendo cuadros en blanco y negro de distintas figuras. La iluminación, compuesta por lámparas colgantes de diferentes tamaños, arroja una luz cálida sobre todo el lugar.

Una camarera de rizos rojos nos pregunta si queremos quedarnos acá o si preferimos ir a la terraza.

—¿La terraza tiene calefacción? —Vikesh es el primero en hablar. Cuando la chica le responde a su pregunta, él decide por nosotros para ir ahí.

—No somos tus amigos —le susurramos mientras subimos por la escalera de caracol que divide la planta baja con la primera.

A pesar de que es una terraza al aire libre ahora está cubierta por una mampara transparente y condicionada por pequeñas estufas. Está amueblada con mesas de hierro forjado y sillones de distintos tamaños, acompañadas de almohadones de colores neutros.

Ahora entiendo la emoción de Cyrene de conocer la cafetería. El lugar es perfecto para disfrutar un café o un té junto a las estufas calentitas.

La camarera nos ofrece una de las mesas más cercana al balcón que tiene tres sillones grandes individuales.

—Les dejo el menú y enseguida regreso.

La carta tiene el mismo estilo vintage con opciones que van desde cafés clásicos hasta tés aromáticos servidos en tazones de porcelana. La oferta gastronómica incluye porciones de budines, pasteles y galletas con diferentes nombres.

—¿Qué vas a pedir?—curiosea  Vikesh con la carta de menú entre sus manos—. La verdad es que el lemon pie tiene buena pinta.

Es cierto, la base crujiente y el merengue de picos dorados tiene buena pinta. Pero todavía estoy demasiado llena con el croissant.

—¿Nadie me escuchó?

—Creo que solo voy a pedir el café con avellanas —Y con mucha crema. Le doy una mirada a Kiran y le pregunto si ya tiene algo en mente.

—Solo voy a pedir un café.

Después de eso apenas intercambiamos palabras y cuando la chica se va con nuestro pedidos, nos volvemos a quedar en silencio.

Suspiro y mi flequillo se mueve un poquito.

No me siento cómoda con los momentos de silencio, en especial, desde que mi vida se ha vuelto un constante de eso con las siestas de mi abuelo o su lema de que no hay que hablar fuerte. Antes el departamento era más divertido porque podíamos escuchar música o jugar en las tardes.

"Que idiota, él lo hace por nuestro bien" me repito.

Vikesh comienza a sacar sus cosas; un cuaderno de hojas rayadas y el libro que usamos para las clases. Aunque su tomo tiene las hojas amarillentas y algunas que están sueltas. Mientras se pone a leer farfulla cosas que no llego a entender.

ECLIPSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora