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23. Un sueño muy, muy, muy revelador

Hay una luz blanquecina que lo rodea todo. A donde mire solo existe la luz: Arriba. Abajo. A los costados. La luz que me cala en los huesos y me rodea como volutas de humo.

Hay un pequeño murmullo en el aire, pero se escucha muy muy muy lejos. Como si se tratara de encontrar una frecuencia de radio. Me recuerda a un lugar, pero a mi cerebro se le escapa como humo.

¿Dónde estoy? ¿Siquiera estoy viva? Quizá simplemente se trata de un...

Trago duro cuando la luz blanquecina desaparece de repente y por fin puedo ver donde estoy.

—¡Qué carajos! —parpadeo varias veces sin poder creerlo.

¿Qué estoy haciendo en la cafetería de la facultad? ¿Y por qué estoy en ropa interior? Intento taparme con los brazos, pero los tengo colgados y atados por encima de la cabeza.

Esto tiene que ser un chiste de mal gusto y un maldito sueño. Si, eso. Tiene que ser un sueño. Sino no entiendo porque nadie me está mirando. Prácticamente estoy desnuda y ninguna de estas personas se gira a mirarme. Todos ellos están como si nada. Algunos leen sus apuntes mientras otros comen o esperan su turno para ser atendidos, pero nadie advierte o le importa que hay una chica en paños menores en medio de la maldita cafeteria.

No, nadie no. Hay dos qué me miran como si fuese un maldito oasis en medio del desierto.

¿Por qué Kiran Ormanovich y Vikesh Leiro son los únicos que pueden darse cuenta de mi situación?

Un fuego lento empieza a escocerse en mi vientre cuando los dos caminan a paso lento hacia mí sin quitarme los ojos de encima.

Kiran es el primero en detenerse. Sus ojos almendrados parecen casi negros por la falta de luz y su aura grita un peligro delicioso. Vikesh pasa a su lado y le murmura algo que no entiendo antes de posicionarse detrás de mí.

Debería sentir miedo. Vergüenza. Algo más que no sea esta enorme masa caliente que se arremolina y me amenaza con explotar.

Los dos me envuelven con su calor corporal y podría jurar que siento un mini orgasmo.

—¿Qué hacen? —Mi voz apenas tiene algo de autoridad ante la mirada intensa de Kiran Ormanovich. Un escalofrío me invade cuando Vikesh me da un casto beso en la base de mi cuello desnudo—. Pero qué...

—Dime, Cream —dice Kiran usando el apodo del pelinegro—. ¿Por una vez en tu vida no te gustaría no pensar tanto?

—¿Qu-ue?

—Sí, Terra. —la voz de Vikesh hace que mi corazón palpite como loco—. Nadie nos va a ver.

Una risa nerviosa explota en mí.

¿Cómo que nadie nos va a ver? Si estamos en la puta cafetería de la facultad. Centenares, sino miles, de alumnos la usan todos los días.

—No te preocupes.

Mis temores se esfuman cuando una mampara de vidrio aparece de repente y nos separa de los demás. Ni siquiera se escucha el murmullo de sus conversaciones.

—¿Ahora vas a decir sí o te dejamos sola? —me pregunta Kiran tan cerca de mis labios que puedo sentir su aliento mentolado—. ¿Qué vas a decir Terra?

—Qué sí.

Mi boca habla antes de que mi cerebro lo pensara con claridad. Pero no me importa. No importa. Si esto es un sueño no va a pasar nada.

El chico que me recuerda al sol me da una sonrisa cálida y me da un pico en la boca mientras me baja la ropa interior. Hago un ruidito con la boca cuando la prenda cae al suelo y el aire se detiene en mis pulmones cuando Kiran se arrodilla y comienza a jugar con mi carne hinchada.

Cuando pasa su lengua por mi clítoris no puedo evitar chillar:

¡Dios Santo!

—Dios no está aquí, Cream -murmura Vikesh con diversión y me baja las tiras de mi corpiño—. Y no creo que él le de gracia esta situación.

Gimo cuando aprieta mis pezones y los retuerce entre sus dedos.

No me importa el ruido que estoy haciendo. El fuego en mi interior arde y quiero que algo estalle. Cualquier cosa para calmar esta necesidad.

Me ahogo cuando alguien golpea la mampara de vidrio y dice mi nombre. Solo espero que no sea a Cyrene. A ella no le gustaría está situación, aunque ahora no recuerdo por qué.

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Abro los ojos asustada cuando vuelven a golpear. Y no es la mampara de vidrio. Es la puerta de mi habitación.

Es alguien mucho mucho peor que Cyrene.

—¿Ma? —Mi voz todavía está agitada por el sueño que acabo de tener.

—¿Hija, estás bien? Te escuché lloriqueando mientras iba al baño.

—Sí, sí, habré tenido una pesadilla.

—¿Querés que pase? —Su voz desborda preocupación y me hace sentir culpable, pero no la voy a hacer pasar.

¡QUÉ VERGÜENZA!

—No te preocupes, ya estoy bien.

Es una maldita mentira. Estoy incómoda e excitada a más no poder, pero lo peor de todo es aceptar quiénes invadían mis sueños. Es la primera vez que los puedo ver con claridad y no encuentro palabras para expresar lo que siento.

Jano tenía razón. La falta de sexo me está haciendo delirar y si sigo así voy a terminar mal.

☆☆ Nota de autor: ☆☆╮

Hola, pensé que se iba a publicar en la mañana y no pasó. Acá está el capítulo 23 que ya está haciendo un poco más subido de tono 🙈.

No me dió tanta vergüenza escribir este capítulo como el que vendrá más adelante en la... Pero espero que no les de vergüenza a ustedes 😔.

 Pero espero que no les de vergüenza a ustedes 😔

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