IX

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Una condición.

Hadley

Llevo casi una hora viendo que Carsten está reunido con esos hombres y en sus piernas tiene dos mujeres. No se porque estoy enojada, pero quiero patentar el trasero de esas dos putas, me enoja que él quiera traerme aquí solo para que yo esté como una estatua sola, mientras él está con sus putas.

Se supone que teníamos un trato, yo soy su mujer y lo acompaño a los lugares, pero nunca me dijo que mientras yo estaba iba a tener a cuantas zorras se le cruzaran, esto de verdad es una mierda. Estoy pasando vergüenza, a la vista de todos soy una maldita cornuda.

El mesero vuelve y me trae una botella de coñac, tomo la pequeña copa, vierto el líquido en mi vaso y le doy un trago. Veo a Carsten y cruzamos miradas, se besa con una de las mujeres y yo le doy otro trago a mi copa.

Me paro de la mesa y voy al baño, entro y voy al retrete para hacer mis necesidades. Cuando termino salgo y me lavo las manos en el tocador, salgo del baño y me topo con un tipo alto, moreno con el pelo castaño y los ojos azules. Esta bueno pero no tanto como Carsten.

Sigo de largo y voy hasta mi mesa de nuevo, me siento y sigo bebiendo hasta que escucho a alguien. Giro mi cabeza y veo al mismo chico de hace rato, le sonrío coquetamente y él hace lo mismo.

—¿Que hace una señorita tan bella sola? -pregunta ofreciéndome su mano. Sonrió y lo saludo, el me besa el dorso de la mano y yo sonrío —¿puedo hacerle compañía? -pregunta acerca doce más.

—Claro, no hay problema -le digo y este se sienta a mi lado.

Hablamos por un rato y siento una mirada en mi, miro por todo el lugar y me encuentro con la mirada fría de Carsten, las mujeres que tiene en las piernas lo manosean y besan, pero él me mira fijamente.

Hora de vengarme.

Le sonrío y me acerco mas al moreno que tengo en el lado, lo agarro del cuello y lo beso, duramos unos minutos besándonos y el baja su cabeza hasta mi cuello para besarme.

Agarro su cabello y miro a Carsten quien me ve con furia en sus ojos, le dedico una sonrisa y tiro mi cabeza a atrás para darle mejor acceso al moreno. Él me toca el muslo y me sube un poco el vestido, me toca, besa todo mi cuello y escote.

Lo vuelvo a besar en la boca y él me corresponde salvajemente. Me agarra de la cintura y me atrae más a él.

El moreno me agarra fuerte de las caderas y veo que está muy excitado, comienza a desesperarse y yo decido detenerme. Después de besarnos la cosa se pone más tensa y decido ir al baño.

Entro al baño y minutos después escucho que alguien abre la puerta y la cierra de un portazo. Cuando giro mi cabeza veo a un muy enojado Carsten frente a mi.

—¿Crees que puedes estarte besando otro y dejar que te manosee? -pregunta enojado.

—Tú no eres nadie para decirme que tengo que hacer y mucho menos enojarte -le digo e intento salir, pero él me detiene cuando paso por su lado.

—Tú eres mía y ningún hijo de puta puede ponerte las manos encima, nadie toca lo que es mío -dice pegándome a él.

—Yo no soy tuya, mi cuerpo es mío y yo decido qué hacer con él -le digo tratando de soltarme.

—Estás muy equivocada si crees que voy a dejar que otro hombre se te vuelva a cercar, acuérdate de que hicimos un trato y desde ese momento eres mi mujer -dice agarrándome fuerte.

—¿Y se supone que te debo guardar respeto por eso? Ay por favor, si te follas a cualquiera en mis narices y me traes a un bar para dejarme tirada en una mesa sola, mientras haces negocios y manoseas a dos putas encima de ti, no tengas el descaro de decirme que no puedo buscar a nadie porque soy tuya. Y suéltame que me estás lastimando -exclamo y salgo del baño furiosa.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora