VIII

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Complacida.

Estoy en mi habitación, acostada viendo televisión y escucho que tocan la puerta, me paro y la abro. Carsten está ahí parado, me observa y después entra a la habitación.

—Vamos a salir hoy a un bar -me dice.

—¿A que hora? -le preguntó.

—A las nueve -me contesta y se va.

Cierro la puerta y voy directo al vestidor para buscar lo que me voy a poner, cuando escojo la ropa me voy directo al baño y me doy una larga ducha.

Me seco el pelo y salgo del baño, me pongo un conjunto de lencería color negro y después un vestido plateado, ceñido al cuerpo, con un escote muy pronunciado y me queda unos centímetros más para arriba de las rodillas.

Escojo unas zapatillas negras de tacón fino, no son tan altas pero tampoco bajitas. Me siento en el tocador y comienzo a peinarme, me hago una cola alta y me maquillo un poco, cuando termino me veo en el espejo de cuerpo completo. Veo los resultados y vaya que voy a robar muchas miradas, y no es por presumir. El vestido me queda muy bien, se ciñe a mí como una segunda piel y me hace ver muy sexi, me gusta como me queda.

Salgo al balcón a coger un poco de aire y veo mi teléfono, le respondo unos mensajes a mi mamá y a Salvatore, mi hermano mayor. Duro unos minutos más y entro a la habitación, cojo una bolsa y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y voy a buscar a Carsten en su despacho, ya son las nueve y no lo veo por ningún lado. Toco la puerta y escucho que me dice que pase, cuando entro él está con la camisa remangada hasta los codos y los primeros botones abiertos.

Me quedo mirándolo de arriba a abajo y él hace lo mismo, yo me fijo en los tatuajes que se le ven y vaya que lo hacen ver más bueno de lo normal. En estos momentos tengo las bragas mojadas por la vista que tengo.

—¿Vas a hablar o te vas a quedar mirándome como si fuera un pedazo de carne? -me pregunta sacándome de mis pensamientos.

Dirijo mi vista hacia otro lado y escucho su risa ronca, oigo como se acerca a paso lento hacia donde estoy, retrocedo y choco con la puerta, así cerrándola. El se me pega hasta sentir su respiración en mi frente.

—Te vine a decir que ya estaba lista -le digo disimulando mi nerviosismo.

No me responde y se pega mas a mi, puedo sentir su bulto en mi estómago, me agarra de la cintura apretándome a él. Yo pongo mi mano en su brazo tratándolo de alejar, pero él es más fuerte que yo y no lo logro.

Ni que quisiera alejarlo.

El baja su cabeza hacia mi cuello y reparte besos húmedos, baja sus manos a mis nalgas y las aprieta, suelto un gemido y el chupa mi cuello, eso dejará marca. Sube hasta mi oído y me besa.

—Ese vestido me tiene loco, quiero quitártelo ahora mismo -me susurra y me besa.

Al principio no le respondo pero después le sigo el beso. Nos fundimos en un largo beso y yo subo mis manos a su nuca, lo atraigo a mí y lo sigo besando. Él me sube el vestido hasta la cintura y me carga, enredo mis piernas al rededor de su cintura y él camina conmigo en brazos, hacia su escritorio.

Tira todo lo qué hay ahí y me sienta sobre este, me da un azote en mi nalga, gimo y él sonríe con malicia. Me besa el cuello y baja hasta mis senos, me baja el vestido y deja a la vista el sostén de encaje negro.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora