XXII

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Palabras que Matan.

Estoy sentada en una mesa con mi familia, a excepción de los bebés que se encuentran con Luz en la suite. Sé que están bien, los bebés la aman y se portan súper bien con ella, eso no quita que quiera estar con ellos ahora mismo, pero este es un momento muy especial para Ali y tengo que estar aquí.

Ya casi va a ser media noche, elsalón está repleto de los invitados, aunque algunos se han ido. Hay personas por todos lados, bailando, comiendo, platicando, bebiendo y haciendo más cosas que prefiero no mirar.

Carsten se quería sentar en la misma mesa que yo, pero su familia tenía una mesa y no quería que él estuviese aquí porque sé que ellos quieren estar con él y hablar muchas cosas. Por más que quiera tenerlo a mi lado, junto a mí siempre, no puedo porque ya he tomado una decisión y no puedo ser tan débil como el primer día.

El alemán es una tentación andante, no puedo durar ni cinco minutos sin dirigir mi vista hacia él, es una maldición, no puedo dejar de pensarlo, de desearlo y mis ojos lo beben sin pudor. Una soda no me puede emborrachar, sin embargo creo que sí lo estoy porque esos pensamientos no dejan mi cabeza por más que quiero sacarlos.

Alguien toca mi hombro y una oleada de nerviosismo arrasa conmigo cuando creo que es el alemán, pero cuando giro la cabeza casi grito de emoción.

—Ethan Dubois, maldito, hasta que te dignas en aparecer -le digo y cuelgo mis brazos de su cuello.

—Me extrañaste bastante, chéri -dice abrazándome fuerte por la cintura y alzándome un poco.

—No sabes cuánto -le digo y luego le planto un beso en la mejilla, mismo que me devuelve.

—Me alegra saber que estás bien, chéri -dice abrazándome nuevamente.

Saluda a mamá y los chicos y luego se sienta a mi lado. Ethan es el heredero de Marcian Dubois y mi amigo de toda la vida, no puedo describir el cariño que siento hacia él. Aún no puedo creer que lo tenga sentado a mi lado, tenia años que no lo veía, me alegra tanto volverlo a ver.

—Aún no me creo que estés aquí -le digo poniendo mi cabeza en su hombro y enlazando nuestros brazos.

—Esta belleza que ves no es de mentira -responde acomodándose un mechón de pelo que tenía en la frente.

—Presumido -le digo y nos reímos.

Seguimos hablando y pasa más de una hora, Ethan habla con los chicos y mamá se ha ido a hablar con sus amigas, los anfitriones de la fiesta se han desaparecido, a lo lejos veo a Emma y a Agata en la barra del bar del salón. Me paro para ir hasta donde están ellas pero primero me dirijo al baño, me veo en el espejo del tocador, retoco un poco el maquillaje y me acomodo bien el vestido.

Termino y salgo del baño, veo una foto de los bebés en el teléfono y me dan ganas de llamar a Luz para preguntarle por ellos. Salgo del salón y camino unos pasos más delante de la salida, hasta respirar aire fresco, el frío azota mi cuerpo y se siente bien.

Marco el número de Luz y unos segundos después coge la llamada, pregunto por los niños y ellos están dormidos, me despido, cierro la llamada y camino hacia la entrada del hotel, antes de escuchar el ruido de un motor llegando, por curiosidad giro para ver quien es y el corazón me retumba al ver al Alemán desmontarse del deportivo.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora