XXIV

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El sexi padre de mis hijos

Hadley

Escucho un pequeño pitido lejano y trato de abrir los ojos, pero siento como si tuviera los párpados pegados con pegamento, siento un dolor de cabeza terrible y a medida que voy abriendo los ojos escucho el pequeño "pip" cada vez más cerca, pestañeo unas tres o cuatro veces para recuperar bien mi vista y poder enfocar, miro a mi alrededor y estoy en una habitación completamente blanca, mi cabeza está girada hacia un lado y solo veo máquinas, de donde provienen los bajos pitidos que he estado escuchando, siento un peso en mi vientre y giro la cabeza lentamente mientras recupero más mi movilidad, me siento muy cansada y comprimida. Cuando bajo la vista hacia mi vientre veo que ahí descansa la cabeza de la persona que está sentada a un lado de la cama, tiene una de mis manos entrelazada con la de él y descansa sobre mí, Carsten.

Luego de unos segundos de total confusión los recuerdos me caen como un balde de agua fría. Lo que pasó en la fiesta de celebración de la boda de mi amiga, la acompañante de Carsten, lo que me dijo, lo que pasó en la habitación y finalmente nuestra pequeña conversación cuando desperté hace unas horas. La cabeza me retumba, me pongo mi mano el la cabeza y cierro mis ojos para ver si el dolor cesa un poco, duro unos cuantos minutos y mientras pasan el dolor va calmándose y mi mente se recupera hasta su total normalidad, sufro de perdida de memoria a corto plazo cuando mi cerebro se queda sin mucho oxigeno, problemas que tengo desde el parto de los trillizos, cuando ocurrió mi primer episodio.

Abro los ojos nuevamente y miro el techo, bajo mi mano y acaricio el cabello del Alemán. Mi mente viaja a unas horas antes de quedarme dormida y sus palabras se repiten una y otra vez en mi mente, como un disco rallado.

Intento enderezarme y Carsten se espanta, me agarra y me mira por unos segundos asegurándose de que no me pasa nada. Me quedo mirándolo y él mirándome a mí con aún preocupación en sus hermosos ojos, pero aunque quiero devorar sus labios y decirle lo mucho que lo amo y lo quiero conmigo, me llega a la mente un plan un poco malo de mi parte, pero le daré una cucharada de mi medicina.

—¿Cómo estás? -pregunta.

—¿Quién es usted y por qué estoy aquí? -le digo con cara de miedo y confusión.

—¿Cómo que quién soy? Soy tu esposo -me dice serio y yo sigo con mi cara de confusión.

—No, yo a usted no lo conozco -le digo tratando de levantarme de la cama y él me lo impide.

—No te puedes levantar así -me dice deteniéndome en mi lugar.

—Usted no me puede decir qué hacer, yo no lo conozco, suélteme -le digo tratándome de zafar de su agarre.

—Deja de jugar conmigo, soy tu marido, el padre de tus hijos -dice y yo me hago la sorprendida y niego con la cabeza.

—¡No! Deje usted de jugar conmigo, no estoy casada y mucho menos tengo hijos -le grito y él se paraliza —aléjese de mí.

Él se queda mudo y me suelta, su mirada se oscurece y por un momento pensé en terminar la broma aquí, pero desistí, tenía que durar un poco más, ver qué hacía.

—Tú no me puedes olvidar, tú me amas, me lo dijiste hace unas horas -me dice desesperado, nunca lo había visto así.

—No, yo a usted no le he dicho eso, juro que no lo conozco -le digo y me paro rápidamente de la cama.

Él se acerca a mí y me agarra de los hombros.

—Mírame a los ojos y dime que no sabes quién soy -me dice y yo bajo la mirada —¡hazlo! -exclama.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora