No eres mi dueño.
Estoy desayunando en mi balcón, he pedido que me suban el desayuno, no he tenido ganas de bajar y menos de verle la cara a mi "futuro esposo". Escucho mi teléfono sonar y veo que es mi madre quien llama.
—Hola, mamá -la saludo.
—Hola, Had, ¿cómo estás? -me pregunta.
—Bien, ¿y tú? -le pregunto, también.
—Estoy bien, un poco atareada por el trabajo, me han cambiado a turno de la noche -contesta.
—Mamá, no te puedes estresar mucho, descansa -le reprocho.
—Estoy bien, solo es cuestión de dormir y estoy como nueva, además no estoy vieja, tengo treinta y nueve años -dice riendo.
—Está bien. Mamma, ¿has hablado con Salvatore? -le pregunto.
—Si, acabamos de hablar hace un rato, dice que te extraña mucho -responde.
—Yo también lo extraño un montón -contesto.
Salvatore estudia en Canadá y tenemos dos años que no nos vemos, lo extraño mucho a pesar de que hacíamos videollamadas a menudo. Tengo mucho que no hablo por videollamada con él, tengo muchas ganas de verlo y platicar un rato.
Luego de hablar por un largo rato, nos despedimos y cerramos la llamada. Escucho que tocan a mi puerta, me paro del sillón y entro a la habitación para abrir la puerta.
—El juez y el abogado ya están en mi oficina, solo esperamos por ti -me dice Carsten enseriado.
—Que exclusividad, el juez tiene que venir aquí -le respondo rodando los ojos.
—Andando -dice y yo le caigo a atrás.
Llegamos a su despacho y efectivamente ahí hay dos hombres casi de la misma edad, me saludan y yo hago lo mismo. Después de unas palabras por parte del juez firmamos el acta de matrimonio. Firmo el contrato de Carsten y los dos hombres se despiden dejándonos a nosotros dos solos en el despacho.
—Toma, necesitas uno -dice Carsten entregándome un anillo de diamantes y oro blanco.
Le debe haber costado una fortuna.
Lo agarro, me lo coloco en el dedo y veo que él también lleva uno. Observo la sortija que tengo en mi dedo, es bastante hermosa y delicada, me gusta mucho.
—Gracias -le contesto.
—Esta tarde viajamos a Alemania, mi familia nos espera, duraremos una semana. Necesito que finjas que me amas y hagamos que este matrimonio parezca real -me exige.
—Lo intentaré, después de todo no tengo de otra -le respondo y salgo del despacho.
Subo a mi habitación y hago las maletas. Después de unas horas bajo a comer y me dicen que Carsten ha salido, me pongo a comer y veo mi teléfono.
Cuando termino de comer doy una vuelta por la casa y luego salgo fuera de esta, el patio es muy grande y al final del patio, casi llegando al bosque hay un cuarto muy grande, desde el primer día que lo vi he tenido curiosidad por saber lo que hay dentro.
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Vendida al Rey de la Mafia ©️
RomanceHadley viajó a Roma en busca de cumplir sus sueños, estudiar la carrera que anhelaba y que en su ciudad no podía hacerlo. Sin imaginarse que una organización que se dedicaba a raptar chicas para llevarlas a una casa de subasta y venderlas al mejor p...