VI

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Protegida.

Carsten

Estoy esperando a Hadley en el pasillo y lleva unos minutos en el baño, veo que sale Violet, me da una mirada cargada de odio y tiene los ojos un poco rojos, la ignoro y sigo esperando a Hadley. Violet es la hermana de Marino Greco, ella está enamorada de mi, tuve algunos problemas con su familia porque ella quería casarse conmigo obligado y yo la rechacé, su hermanito tampoco soportó y trató de persuadirme para que accediera a echarme esa sal encima y tampoco puno.

Una noche estaba en una discoteca que tengo en Berlín, yo estaba en la zona VIP con dos amigos y ella se sentó a mi lado sin yo pedírselo comenzó a platicar con nosotros y a beber. Al pasar las horas bebiendo, me emborrache y ella me acompañó hasta mi casa, cuando entramos ella se me tiro encima abrazándome y besando, entramos a una habitación de huéspedes y tuvimos, nada importante éramos unos críos.

Desde ese día ella no ha parado de decirme que me ama y que está enamorada de mi, que se quiere casar conmigo, pero yo la rechazo porque ella no le gusta, esa noche estaba pasado de copas y quería follar, éramos unos críos y no sabía en la mierda que me estaba metiendo.

Veo a Hadley que sale del baño después de unos minutos y viene sonriendo, la miro un poco confundido y me acerco a ella.

—¿Qué pasó? -le pregunto.

—Nada, cariño -recalca lo último y me dedica una sonrisa.

—Ven, vámonos -le digo.

La agarro de la cintura y comenzamos a caminar de vuelta a la mesa, llegamos a la mesa y nos sentamos, mis socios hablan y yo solo escucho, siento que me miran y volteo para ver de dónde proviene.

Veo que son los hermanos Greco que nos acribillan con la mirada, les doy una mirada arrogante y volteo para ver a Hadley que mira hacia otro lado distraída. La agarro de la cintura y la atraigo más a mí, bajo la atenta mirada de aquellos, agarro a Hadley del rostro y la acerco a mí.

—Te quieres ir -le pregunto en el oído y ella asiente.

Le suelto la cara y le doy un beso en la comisura del labio, acción que hace que ella se ponga nerviosa y se estruje las manos de la falda del vestido. Le sonrío y me pongo de pie tendiéndole mi mano y ella la recibe, se pone de pie y yo agarro su mano delicadamente.

Me despido de las personas qué hay en la mesa y cuando me doy la vuelta veo que entran unos hombres a la sala, comienzan a disparar a todo el mundo y se arma una balacera, agarro a Hadley y nos ponemos detrás de una columna mientras saco mi arma y le quito el seguro.

—No te muevas y no saques la cabeza por nada del mundo, ¿entiendes? -le digo mirándola a los ojos.

—Si —me dice con la voz temblorosa por el miedo.

En sus ojos puedo ver que está muriendo de miedo. Saco el teléfono para llamar a Servando, uno de mis hombres de confianza.

—Stevan, trae a más hombres, nos están atacando -le digo y cierro la llamada.

Veo a varios tipos que se vienen acercando, no dudo ni un segundo en jalar en gatillo y les disparo para acabar con ellos. Sus armas caen cerca de donde estamos, cuando estoy a punto de coger otra pistola aparece un tipo apuntándome a la cabeza, me quedo quieto donde estoy y no hago nada.

—Suelta el arma si no quieres que te mate de una vez por todas -dice.

—No tienes los cojones para jalar ese gatillo -le digo riendo.

—Pruébame -dice y dispara a un lado —si vuelves a hablar no me va a fallar la puntería y el siguiente tiro se irá directo a tu cabeza -me dice con una sonrisa.

Suena un disparo, el tipo cae al suelo muerto y veo a Hadley detrás de él con un arma en la mano, se queda mirando al hombre en el piso y yo corro para ponerla detrás de mí, ya que hay más hombres que vienen por mí y no dudarán en matarla.

Hadley

Veo que Carsten le dispara a los hombres que venían por nosotros, la pistola de uno de ellos se desplazó hasta donde estaba yo, no dudé ni un segundo en cogerla por si acaso. Veo que Carsten se abaja para buscar otra arma pero es interceptado por otro tipo que le apunta directamente a la cabeza con su pistola.

—Suelta el arma si no quieres que te mate de una vez por todas -le dice el tipo a Carsten.

—No tienes los cojones para jalar ese gatillo -le responde Carsten riendo.

—Pruébame -le dice y dispara a un lado —si vuelves a hablar no me va a fallar la puntería y el siguiente tiro se irá directo a tu cabeza -el tipo se ríe y sigue apuntándole a la cabeza.

Salgo a paso lento de donde estoy y me pongo atrás del tipo, apuntándole con el arma también. Cuando veo que va a jalar el gatillo lo hago yo primero, no sé cómo, pero le disparé al tipo, lo maté, murió inmediatamente y cayó al piso manchándolo de sangre. No se qué acabo de hacer

Carsten corre hacia mí y me pone detrás de él, agarra la pistola en una mano y con la otra agarra mi mano, corremos y nos ponemos detrás de otra columna, él saca la cabeza y suelta disparo tras disparo y yo me tapo los oídos.

—salgamos de aquí, mis hombres ya llegaron, y tenemos que irnos -dice sujetándome más fuerte.

Todavía llevo el arma en la mano, veo que otro tipo trata de dispararme y suelto un grito cuando dispara, pero Carsten me jala contra él y le suelta tres tiros al tipo, me pego contra su pecho, lo abrazo y cierro los ojos.

—Escúchame, abre los ojos -me exige y lo hago —Vas a correr y no te detengas, voy a estar detrás de ti y voy a cuidarte -me dice y yo niego —Si no lo haces vamos a morir los dos, nos van a matar aquí dentro.

Lo miro a los ojos y asiento rápidamente con los ojos llenos de lagrimas, se abaja y me quita los tacones. Comenzamos a correr en medio de la lluvia de balas y escucho los disparos detrás de mi, corro sin mirar para ningún lado y tropiezo con algunos cuerpos, pero sigo.

Cuando por fin salimos de la mansión, nos subimos al auto y salimos de ahí. Delante de nosotros iban cuatro cuatro SUV y detrás venían otras cuatros escoltándonos porque el atentado había sido para el Pelinegro.

Me limpio las lagrimas y estoy temblando, estoy hecha un desastre, me termino de quitar el moño que tenía y me dejo el pelo suelto, respiro hondo y trato de calmarme, pero nada me sirve, la imagen de la balacera y las personas cayendo no se va de mi mente, la que más se repite es la del hombre que yo maté.

—No hiciste nada malo -habla el pelinegro.

—Maté una persona -le digo volviendo a llorar.

Él me jala hasta estar entre sus brazos y me abraza, yo recuesto mi cabeza de su pecho y lo abrazo fuerte, inhalo y exhalo, su olor llena mis fosas nasales y comienzo a sentir algo de alivio.

—Lo que hiciste no estuvo mal, ellos nos habrían matado si no lo hubieses hecho -me dice.

Cierro mis ojos y comienzo a calmarme. Al pasar los minutos estoy completamente calmada, pero no lo dejo de abrazar, ni quito mi cara de su pecho, esto se siente bien, me siento a salvo, protegida.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora