XXIII

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Pedirte perdón no me basta...

Carsten

—Ve, habla con ella, sabes que nada de esto ha sido fácil para ninguno de los dos, pero con discusiones nada de esto se va a solucionar -mamá sigue hablando sin parar —Has sido duro con ella, no se merece nada de lo que le has dicho. No estuvo bien que te ocultara el embarazo y el nacimiento de los trillizos pero no ha sido una mala madre, ha hecho todo por sus hijos.

—Es una egoísta, quiere regresar a Francia como si nada ha pasado, como si ya yo no estuviera enterado de la existencia de mis hijos -le digo con ira —no lo puedo permitir.

—Ya me cansé de querer hacerte entender -dice sería —lo menos que los niños necesitan es que sus padres sean enemigos o peor aún, que los quieran separar, ¡ya basta! Irás y le pedirás disculpa a Hadley por lo que has dicho, ninguna madre merece que nadie le diga lo que tú le has dicho, y mucho menos ella porque sabes todo lo que ha pasado —la miro y es clara la molestia que tiene —bien pudo haber hecho algo para no traer tus hijos al mundo, como lo hizo Greta. Que no se te olvide, Hadley no te debe nada, al contrario, tú le debes mucho a ella.

—Más te vale que vayas rápido, de lo contrario te atendrás a las consecuencias y nosotros vamos a velar por el bien de nuestros nietos, lo que sea mejor para ellos eso será y sabes muy bien con quién ellos están mejor -termina mi padre antes de girarse e irse los dos.

Salgo del salón y voy directo al ascensor, entro y luego de unos segundos ya estoy en el piso en que está la suite de Hadley. Justo cuando voy a tocar la puerta veo que esta está entreabierta, entro y voy directo a la habitación de la pelirroja, pero está cerrada con seguro.

La llamo, toco la puerta y es como si no hubiera nadie, pego mi oído de la puerta y escucho un sonido raro, me comienzo a desesperar, golpeo la puerta y la llamo. No hay ninguna respuesta del otro lado así que comienzo a golpear la puerta con el pie para romperla, luego de unos segundos golpeando sin parar, la puerta por fin cede y lo que veo me deja paralizado.

Hadley está tirada en el piso con los ojos hinchados, llena de lagrimas, con su mano en el pecho e inconsciente, me acerco rápidamente y noto que su pulso baja con cada segundo que pasa, agarro mi teléfono y llamo rápido a mis hombres porque necesito llevarla a un hospital.

La cargo entre mis brazos y su cuerpo está helado, su piel está pálida y sus labios morados. Parece un cuerpo sin vida, por primera vez siento tanto miedo, no la puedo perder, soy un idiota, está así por mi culpa.

Escucho los pasos de mis hombres y salgo rápido de la habitación.

—Bryan, mis hijos están en la habitación, quédate aquí hasta que llegue la madre de Hadley -le digo y salgo rápido de la suite.

Bajamos en el ascensor y cada segundo que pasa siento como si fueran cien años, salimos del ascensor y corro a la salida con ella en brazos. Mis hombres me esperan afuera con la puerta de la camioneta abierta y desde que entro arrancan.

La abrazo a mi cuerpo y quito los mechones rojos de su cara, limpio sus lagrimas y pego mi frente de la suya.

—Eres muy fuerte, lo sabes -le susurro —Te amo, nunca he dejado de hacerlo.

Llegamos al hospital y desde que salimos de la camioneta me la quitan de los brazos y la acuestan en una camilla, corren con ella por los pasillos, hasta que me detienen. Exijo que me dejen pasar pero no lo hacen, luego de unos minutos llega su hermano, su primo y el hombre que había estado con ella toda la noche. Él es el que parece más alterado y eso me enoja pero en estos momentos no puedo hacer un show solo por celos.

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora