XII

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¿Una tregua?

—No juegues con fuego, te puedes quemar -me dice.

—No me puedo quemar, yo soy el infierno -le respondo con una sonrisa.

—Hadley...

—¿Una tregua? -le pregunto sabiendo muy bien la respuesta.

Me acerco más a su cara y cuando quedamos a centímetros paso mi lengua por sus labios de abajo para arriba lentamente, me río y él también lo hace. Lo beso y él me agarra de la cintura, abro mi boca y dejo que él la invada con su lengua, gimo en su boca cuando me aprieta las caderas mientras su dureza crece más debajo de mi coño. Me agarra las nalgas y me las aprieta, me muerde el labio inferior y gimo con los ojos cerrados.

Mete su mano por dentro de mi short y me aprieta salvajemente las nalgas y agarra la tirita de mis bragas. Le doy un beso en la comisura de su labio y me levanto, él me mira con deseo y yo sonrío, me quita el top y mis senos quedan al aire, él los agarra y comienza a manosearme, en menos de un segundo me da la vuelta y queda sobre mí. Se mete uno de mis senos en la boca y sigue tocando mi otro pezon. Besa el valle de mis senos y sube hasta llegar a mi cuello, me sigue besando y comienza a quitarme el short con su mano libre.

Cuando termina de quitarlo intenta seguir con la braga y lo detengo, saco fuerza de donde no la tengo y logro quedar encima de él nuevamente, paso mis manos por su torso y le doy besos en el cuello, toco todo lo que puedo y llego hasta su cinturón de adonis, lo miro a los ojos y sigo bajando mis manos hasta llegar a la tira de su boxer. Meto mi mano y toco su polla, la saco y me bajo de encima de él, comienzo a masajear su gran falo con lentitud y él jadea.

Subo la intensidad y con mi otra mano masajeo sus testículos, veo que echa la cabeza para atrás y jadea, enrollo mis dos manos a su alrededor y comienzo a masajear de arriba a abajo, escupo mi mano y la paso por su glande, agarro sus testículos y doy suaves masajes en la punta de su pene. Jadea y siento sus músculos tensarse, subo la intensidad de mis movimientos y luego de unos segundos su semen llena mis manos, aún después de su eyaculación sigo masajeando su polla y mis manos resbalan por su semen.

Suelto su pene y él me mira, me quito un poco de su blanquecino líquido que había caído en mis pechos y lo siguiente que hago es meterme los dedos en la boca bajo su atenta mirada, le sonrío y me levanto de la cama, él se queda ahí y solo me observa caminar hacia el baño, me lavo las manos y regreso a la habitación. Agarro el top de mi pijama y me lo coloco, él sigue en la misma posición esperando que terminemos todo esto, pero ya yo he terminado por hoy.

—¿Otra vez? -eso sonó más a reproche que a pregunta.

—La otra vez hiciste tú el trabajo, esta vez te ayudé yo -le digo y me rio.

—No me puedes dejar así cada vez que te venga en gana -me dice enojado.

—No es mi problema, además, puedes llamar a la azafata para que te lo baje -le digo y me acobijo.

Le doy la espalda y escucho como bufa, me da la espalda también, el sueño llega a mi y después de unos minutos caigo rendida.

Me muevo en la cama y siento que estoy encima de algo cálido, me remuevo y abro los ojos. Veo que tengo mi cabeza recostada en el torso de Carsten y él tiene su mano en mi cintura, miro su cara y está profundamente dormido.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora