II

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El mejor postor.

Vuelvo a llorar pensando en qué será de mí, de ahora en adelante, qué pasará con mi madre, qué pasará con mi universidad, con el futuro que tanto deseo, por el que viene a Roma.

Llorando me dispongo a quitarme la ropa para bañarme. Entro al baño y duro unos cinco minutos bañándome y luego salgo. Las lagrimas paran y sollozando me pongo esa ropa que me había dejado aquel horrible hombre.

Luego de al menos cuatro minutos entra el mismo hombre, pero ahora acompañado de una mujer que trae un maletín. Ella tiene una ropa sensual y un maquillaje bastante exagerado para mi gusto.

—No llores, hermosa -dice el hombre con voz burlona —Ella te va a maquillar y mas te vale y no sigas llorando para que no arruines todo -se da la vuelta y sale.

Me limpio las lágrimas, la mujer pone su maletín encima de la cama y lo abre.

—Ven, siéntate que no tengo mucho tiempo, niña -dice con molestia.

—¿Por qué me están haciendo todo esto? -pregunto musitando.

—Ay niña, ¿acaso no sabes dónde te encuentras? -pregunta, con un tono de burla.

—Ah, claro, porque fui yo que vine hasta aquí -contesto sarcásticamente.

—Te encuentras en una casa de subasta, te van a vender a un hombre con dinero, el mejor postor será tu dueño -responde ella con desinterés —Pero ven a maquillarte rápido que no tenemos mucho tiempo, ya casi es tu turno.

Pasan unos largos y silenciosos minutos que parecen una eternidad, la mujer seguía maquillándome.

—Se dice que hoy hay alguien muy importante en la subasta... creo que aquí está el Rey de la Mafia, si tienes suerte puedes ser comprada por él -suelta ella rompiendo el incómodo silencio.

—¿A eso le llamas suerte? Ay por Dios -comento irritada, por lo que acababa de decir aquella mujer.

—Bueno, ya casi estamos terminando solo me falta el labial -dice ella ignorando completamente mis palabras.

Cuando la mujer termina de maquillarme me paro de la silla y me miro al espejo con ganas de llorar de nuevo, traigo puesto un vestido rojo muy corto y ceñido que resaltaba mis curvas, unos tacones negros un poco altos y el pelo negro que me cae en la espalda baja.

Me dispongo a mirar cada parte de mi cuerpo, mi madre decía que soy hermosa, y como no, si soy muy parecida a ella, mi piel ligeramente bronceada, mi pelo negro, mis curvas, me parezco bastante a ella.

Traigo un maquillaje no tan cargado, pero no es de mi gusto, una sombra color café con un verde en el lagrimal, que resaltaba un poco mis ojos grises verdosos, un labial rojo intenso, no lo podía negar, me quedaba bien porque mis labios no eran finos y tampoco gruesos, entre dos.

Luego de unos minutos disocia de la realidad,  llega el mismo hombre y me agarra para llevarme a lo que parece ser un escenario. Hay cientos de personas sentadas al frente, que parece ser que casi todos son hombres. Esto parece como si fuera una obra de teatro, pero lamentablemente no es así.

Me quedo paralizada pensando y mirando todo, luego de unos segundo la voz de otro hombre que parece ser de algunos sesenta años me saca de mis pensamientos.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora