XIV

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Ingenua.

Estoy en la habitación leyendo un libro, Carsten me trajo a la mansión y se fue no sé a dónde, Brenda salió con sus amigas y no me quedó de otra más que ponerme a leer. La puerta se abre de golpe y un enojado Carsten entra.

—¿Por qué estás enojado? -le pregunto.

—No te importa -me responde con frialdad.

Este maldito idiota se atreve a decirme que no me importa porqué está enojado, pero si tiene el descaro de venir a exigirme explicaciones de todo lo que pasa en mi vida.

—Okey -le respondo con ironía y le doy una sonrisa.

No me dice nada y entra al baño, después de unos minutos escucho la llave abierta, yo sé que todo tiene que ver con esa mujer del restaurante, desde que la vio se puso distante y no me habló.

—Idiota -susurro para mí.

Luego de un rato sale del baño con una toalla envuelta en la cadera y otra secándose el pelo, tiene el torso mojado y la imagen es muy excitante. Vuelvo a ver mi libro y lo ignoro, después de que se viste sale de la habitación dejando su olor impregnado en la habitación entera.

Maldito alemán que me tiene loca.

Ya está anocheciendo y el pelinegro no ha vuelto a entrar, me paro de la cama y voy hacia el baño, me meto en la ducha, el ardor y dolor que tenía en mi vagina se ha ido. Luego de bañarme voy al vestidor y me pongo unos pantalones y una blusa, me echo un poco de perfume y salgo de la habitación.

Voy a la cocina y le pido un vaso de agua a una de las muchachas de servicio, ellas me lo dan y yo me lo tomo. Después de un rato cojo otro vaso de agua, subo a mi habitación para beberme un tranquilizante y dormir.

Entro a la habitación y me cambio la ropa por una pijama, me siento en la cama mientras busco el tranquilizante, cuando lo encuentro cojo la pastilla y me la tomo, bebo un poco de agua y después me acuesto.

Antes de dormirme escucho que abren la puerta pero no volteo ni digo nada, escucho pasos que vienen hacia mi y cierro los ojos.

—Bajemos a cenar -me dice Carsten.

—No tengo hambre y ya me he bebido la pastilla para dormir -le digo.

—No has comido desde esta tarde, voy a mandar que te suban la cena -me dice y se dirige a la puerta.

—No tengo hambre y no voy a comer nada -le respondo decidida.

El sedante empieza a hacer su efecto, siento que los párpados me pesan y no tardan mucho en cerrarse, cierro los ojos y me duermo.

Carsten

Hadley está moviéndose y llora como si sintiera mucho dolor, está teniendo una pesadilla. Me siento en la cama y comienzo a moverla y llamarla para que despierte.

—¡Hadley! -exclamo.

Ella abre los ojos grandes y mira a la nada. Está temblando y bañada en sudor, está teniendo un ataque de pánico y me agarra fuerte de los brazos, yo trato de tranquilizarla pero es inútil.

Vendida al Rey de la Mafia ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora