Bara no konrei (Mayonaka Ni Kawashita Yakusoku)

~Capítulo II~

Los besos se volvieron un poco más ardientes llegando a provocar que sus labios se hinchen de una manera inimaginable.

Közi se quitó la ropa quedando igual que su bello amante. Ver su piel desnuda le hacía pensar mil posibilidades, deseaba quitarle el olor a otro hombre porque estaba seguro de que Mana se acostó con otro.

Lamió sus labios y tomó su mano para ponerlo en su pecho, sentía una conexión que no podía explicar. Se habían conocido hace siglos y eran amantes hace más de 300 años.

Közi podía interpretarlo como a un libro, solamente él lo entendía y sabía lo que pasaba por esa cabeza.

—Mana, sólo yo puedo verte así... No quiero que toques a ningún otro hombre.

—No quiero hablar de eso ahora, mejor hazme tuyo.

Dirigió su boca al cuello de Mana besándolo y haciéndole algunas marcas, nadie lo notaría por el hábito. Además si ese sujeto que estaba frente a la iglesia se atrevía a tocarlo, después sabría que ese cuerpo tiene dueño.

El chico de abajo estaba disfrutando los besos y los roces de sus miembros, gemía con una voz aguda porque sabía que a Közi le encantaba que lo haga.

Una vez que el otro dejó su cuello, se miraron a los ojos. Mana era tan bonito y siempre lo fue, incluso si recién despertaba e iba a tocar ese piano que tanto decía que odiaba.

Y era tan sabio porque siempre sabía decir las palabras correctas en el momento exacto, sin dudas no había nadie como él.

Acercaron sus rostros para besarse y hacer de las suyas. Aunque Közi estaba realmente un poco molesto por lo que había sucedido, no quería lastimar a Mana sin embargo sólo se le venía en mente ese estúpido mirándolo como si se lo fuera a comer.

De seguro el olor que traía su amante era de él, por lo que pudo averiguar ese tal Klaha como todos lo conocían, estaba a algunas semanas de casarse pero ¿Por qué buscó a su Mana? La próxima vez que lo viera resolverían sus asuntos de hombre a hombre.

Tal vez un duelo con pistolas.

—¿Qué tanto piensas? Quiero que me beses. —dijo Mana.

—En ti ¿En qué más pensaría teniendo a una belleza frente mío? Eres el hombre más guapo con el que he estado.

—Que romántico. —llevó sus manos a la fría espalda de Közi acariciando toda la zona y llegando a la cabeza para después jalarlo y besarlo.

Sus besos se sentían tan bien con el vino que habían bebido.

—Me siento pegajoso. —dijo Mana— ¿Podrías empezar a...? Bueno eso.

—Cierto, pero empezaré por aquí. Abre tu hermosa boquita.

Mana lo hizo de inmediato dejando que cayera todo el vino en su boca y como no se embriagaba nunca podía aprovechar para tomar litros tras litros.

Közi disfrutaba de la bella vista la boca de su pareja era tan pequeña, su lengua tratando de no moverse y esos labios pequeños. Mana le daba vida, una linda imaginación.

Arrojó la botella al suelo, no importaba que se rompa, solamente le interesaba darle placer a su amante.

—Abre tus piernas.

Ahí mismo, Közi lo miró atentamente esperando a que obedeciera. Mana se abrió de piernas poniéndolo alrededor de las caderas del otro hombre dándose cuenta de algo.

—¿Qué tanto miras? Esos bellos ojos tienen que estar centrados en mí. —dijo Közi.

—No hay piano en la habitación, yo la pedí con piano.