~Capítulo VII~

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La noche había sido muy larga, extrañaba a Mana y cada vez que tocaba a Cecil se lo imaginaba a él, cuando la embestía o besaba sus labios. Era algo impresionante el amor que le tenía a ese hombre.

No pudo dormirse y a cada rato tenía que ir al baño para masturbarse por pensar tanto en él. Hasta eso le había enseñado, cómo darse placer a él mismo cuando era necesario. Le encantaba mucho.

Salió de la habitación ya vestido pues debía ir a trabajar pero se encontró con esa mujer, leyendo la carta que le había escrito Közi a Mana. De inmediato se la había sacado de las manos ¿Quién se creía para hacer eso? Estaba violando la privacidad de una persona.

Le iba a decir algo pero notó que ella estaba con lágrimas en los ojos, bueno eso era raro para él porque nunca vio a su suegra así ¿Acaso se debía a la carta?

-¿Qué sucede?

-Közi está muerto ¿Cierto? -le preguntó su suegra- Contesta Klaha.

-Él, sí está muerto y no tuve cara para decírselo a Mana, también fui aplazando la entrega de esta carta porque no quería verlo sufrir ¿No tuvo suficiente dolor con lo de sus hijas? Puedo deducir que era un matrimonio difícil pero aún así superaban sus diferencias... Señora yo no quiero que esto le afecte.

-Él debe saberlo de inmediato, no hay excusas. -le dio un jalón de orejas a Klaha y luego lo soltó- Después de esto no quiero volver a verte cerca de él.

-Pero le prometí a Közi que.

-No me importa si se lo prometiste, tú te harás responsable de la esposa que tienes y tendrán muchos hijos. -dijo, después fue al jardín para cuidar sus plantas.

En ese instante Cecil salió de la habitación, ya estaba vestida como para ir a pasear pero hacía unas expresiones horribles cada vez que daba algunos pasos.

Klaha fue hacia ella y la ayudó a llegar a la mesa, la sentó con mucho cuidado en una de las sillas, él pensaba que era muy rudo al tener relaciones pero no sabía cómo controlarlo.

Le dio un beso en los labios y rápidamente le fue a preparar el desayuno, desde niño le enseñaron a cocinar para cuando vaya a vivir solo no desperdicie su dinero en cocinera y esas cosas. También porqué no, a dejar la casa reluciente.

Podía hacer muy feliz a cualquier mujer aunque él tenía ojos para un hombre, si sus padres lo supieran morirían de nuevo. Todo el mundo sabía que era mal visto una relación de dos hombres.

Quizás era por eso que Mana debía estar con ese disfraz fingiendo ser alguien que no era para ser feliz con su pareja.

-Ush. -el desayuno se estaba por quemar y no quería que en la primera mañana de casados eso sucediera- Ya voy cariño.

Terminó de preparar el desayuno y se lo llevó en una bandeja con una flor en un pequeño florero de vidrio. Al colocarlo frente a ella besó su frente, después se sentó a su lado.

-Creo que fui rudo anoche ¿Te duele? -preguntó tocando su rostro.

-Un poco pero estoy feliz porque ahora soy tu mujer completamente.

-Claro ¿Qué quieres hacer hoy? Podemos dar un paseo o montar a caballo, lo que quieras lo voy a organizar.

-Lo dejamos para otro día cariño, ahora estoy dolorida y en estas condiciones no creo disfrutar.

-Entiendo mi vida, entonces voy a aprovechar para ver a Mana porque le tengo que dar algo. -dijo mostrando la carta- Me la dio su pareja antes de morir.

-Sabía que todo iba a terminar así y por eso le escribió esa carta pero jamás se imaginó que el que lo matara fueras tú. -Klaha volteó la mirada por vergüenza- Lo lamento.

Bara no konrei (Mayonaka Ni Kawashita Yakusoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora