~Capítulo XXII~

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Los pequeños se veían tan tiernos que no podía pensar en dejarlos solos, sí, se quedarían con Carol y Minoru pero pensaba que toda la situación que estaba pasando era injusta.

Klaha había salido de su casa realmente enfurecido, sus suegros insistían en ir con él pero no podía ya que debían cuidar a los bebés y no confiaban en nadie para dejarlos con otros. Lamentablemente les dijo que debía acabar con la vida de Cecil, Carol en un principio le dijo que ni se le ocurriera hacerle daño pero su esposo la convenció de que ella ya estaba muerta y que esa mujer no era su hija adorada.

No sabía por dónde buscar a Mana y se le ocurrió primero buscarlo en la iglesia por ahí se lo habían llevado a ese lugar, eso sería una ofensa.

Después de un rato había llegado al lugar, y se cruzó con el nuevo padre, quizás le sea de ayuda aunque no le crea. Ese hombre se veía tan correcto, la seriedad que tenía era increíble, él estaba junto a una monja que lo miraba de manera extraña.

-¿Qué lo trae por aquí? -preguntó el padre.

-No sé si me va a creer, estoy apurado y desesperado. -Klaha tomó asiento mientras soltaba su llanto- Él es muy importante para mí y si lo pierdo me volveré loco.

-¿Él? Por Dios lo que hay que escuchar ¿Cómo sucedió todo?

-Mi pareja venía con alucinaciones hace unos meses, lo encerramos en un sanatorio en donde poco después lo secuestró mi esposa y su amante. -dijo mientras se concentraba en la monja, ella era muy parecida a Mana, tanto que no podía creerlo- Acabo de descubrir que nunca estuvo loco y que decía la verdad cuando contaba como ellos dos lo perjudicaban.

La chica se acercó a él entregando una cruz, después volvió a alejarse. No decía ninguna palabra lo que le parecía raro, podría tratarse también de un voto de silencio.

-Son vampiros que ya mataron a muchas personas, tengo miedo de que le hagan algo.

-Ya veo. -le dió una mirada a la chica y asintió- Toma, lo vas a necesitar.

Aquel hombre de cabello largo le entregó una daga extraña a Klaha y agua bendita, al principio pensó que no le creería pero con esa acción quizás algo habrá pasado para que le dé esos objetos.

-Asegúrate de matarlos, y procura no ir a caballo, por más que estés apurado eso complicaría la cosas.

-Pero.

-¿Quieres salvarlo? -Klaha asintió- Entonces hazme caso.

Klaha suspiró y se paró de su asiento para salir de la iglesia, se dirigió hacia la puerta. Sin embargo volteó para agradecerles a esas dos personas pero ellos ya no estaban ¿Esto era una maldita broma?

Sintió un fuerte dolor en la cabeza de repente, era tanto que cerró los ojos un buen rato, no podía perder tiempo. Después de unos segundos los abrió pero ya no se encontraba en la iglesia.

Al contrario de eso, se encontraba en el suelo con la frente sangrando y escuchando como el caballo relinchaba a su lado ¿Qué era lo que acababa de suceder?

A pocos centímetros de él estaban los objetos que le fueron entregados, incluso aquella cruz que la chica le había dado.

-Uhg ¿Cómo llegué a este lugar?

Había terminado en medio del bosque, miró para todos lados tratando de ubicarse en qué parte se encontraba. Hasta que vio una persona arrancando el pasto y arrojándolo al aire, era Mana. Se acercó para apoyar su mano en su hombro pero no pudo.

-Te desmayaste sobre el caballo y él te trajo hasta aquí. -Klaha se sorprendió por escuchar esa voz- No soy quien piensas pero puedo llevarte hasta el lugar en donde lo tienen.

Bara no konrei (Mayonaka Ni Kawashita Yakusoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora