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【𝑨𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔】

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【𝑨𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒆𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐𝒔】

🔸⚜️🔸

Aunque la abuela Josephine me fue de mucha ayuda, el asalto de la noche anterior me había dejado afectada e inestable. Había tenido problemas para dormir y me había despertado desde las primeras horas del día.

El hombre que me asaltó no me había lastimado físicamente, pero el que rondara por mi cabeza la posibilidad de perder la vida me asustó bastante. Tenía veintisiete años y sentía que no había vivido lo suficiente. Quizá era bueno tomar ese evento como lección aprendida y comenzar a tomar más en serio el rumbo que le estaba dando a mi vida.

—Debo hablar con usted —le expliqué a Arthur en cuánto llegué a su habitación, sin tocar ni avisar, como ya se me estaba haciendo costumbre.

Costumbre que no parecía molestarle a él.

—La escucho —se levantó de su escritorio y recogió las hojas sueltas en las que escribía. Eran ese mismo tipo de hojas que lo había visto escondiendo el otro día—. Debe ser algo importante para que venga a buscarme a tempranas horas del día, con el riesgo de que Jack Wood la siga —adivinó.

—El señor Wood dijo que no nos veríamos en un par de días, aseguró tener cosas qué hacer fuera de la ciudad —estaba tan ansiosa que ni siquiera me había quitado los guantes de piel que utilizaba para cubrirme del frío.

—¿Qué le ocurre? —preguntó en cuanto ordenó sus papeles y se giró hacia mí—. ¿Se siente bien?

—Supongo que no me veo de la mejor forma —pasé los dedos por mi cabello, nerviosa.

—Usted siempre se ve de la mejor forma, Joanne —caminó renqueante hacia mí y me tomó suavemente del brazo—, pero en esta ocasión pareciera que algo la agobia bastante.

—Está en lo correcto —agaché la mirada ante la de él—. Anoche un hombre me quitó mis cosas en un callejón mientras caminaba hacia casa de mi abuela.

—¿Cómo dice? —su rostro se desencajó y levantó mi barbilla con su mano para que le mirara.

Sus ojos demostraban preocupación y al mismo tiempo me transmitían cierta paz que tanto aclamaba en ese momento.

—Anoche me asaltaron, señor Havisham.

Por primera vez, no me corrigió por haberlo llamado de esa forma, al contrario, la preocupación se marcó aún más en su rostro y tuvo que parpadear algunas veces para procesarlo.

—¿Le hicieron algo? ¿La lastimaron? —preguntó con la misma desesperación con la que lo hizo mi abuela.

—Solamente fueron pérdidas materiales. Estoy bien.

—¿Está segura de que se encuentra bien? ¿Hay algo que pueda hacer por usted?

—En realidad sí, por ello he venido hasta acá —miré el suelo, luego miré el techo y cualquier otra cosa que no fuera la mirada castaña de Arthur.

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓙𝓸𝓪𝓷𝓷𝓮 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora