𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓙𝓸𝓪𝓷𝓷𝓮 ✔

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【𝑩𝒂𝒍 𝑴𝒂𝒔𝒒𝒖é】

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El vaivén del agua me tranquilizaba, me llegaba justo al límite de la nariz, dejándome respirar, pero cubriéndome todo lo demás. Tenía un largo rato ahí sumergida y el agua comenzaba a enfriarse, a pesar de estar cerca del fuego.

No sabía qué esperar del Bal Masqué.

A pesar de ir con Arthur a todos sus eventos, nunca había interactuado con personas de la alta sociedad, yo no era uno de ellos, Arthur sí. En cada ocasión que lo acompañaba a un lugar así, solo permanecía en silencio detrás suyo, mientras él hablaba con hombres exageradamente ricos que los veía como posibles socios o clientes. Nunca hablé con nadie, nunca caminé a su lado, siempre detrás.

Me levanté de la tina y me arropé para salir del cuarto de baño. En el dormitorio tenía extendido el vestido que Arthur me había regalado. Era color burdeos con detalles y bordados en color dorado. Junto a todo el atuendo, venía también la máscara que debía usar. Era de los mismos tonos envinados del vestido con joyería de color dorada en las orillas.

Me paré desnuda frente al espejo y puse el vestido en mi pecho para darme una idea de cómo se me vería. Se veía majestuoso, elegante y a la altura de un evento de tal magnitud, sólo que yo no podía enforcar mi mente en ello, tenía otras cosas en qué pensar.

¿Por qué Arthur me había invitado al baile? Arriesgando toda la farsa que había armado.

¿Por qué me había comprado un vestido tan fino del que solía ser mi color favorito?

¿Por qué se estaba interesando tanto en mis gustos literarios?

¿Por qué me había rogado para dormir en mi casa una noche anterior?

Quizá, por miedo, yo misma me estaba negando a aceptar la respuesta a todas esas preguntas.

***

El ruido que hacían los cascos de los caballos por la calle era lo único que escuchábamos dentro del landó. Desde que Arthur tocó la puerta de mi casa se me agotaron las palabras para pronunciar.

Él vestía un traje de gala en color negro con un moño en su cuello de exactamente el mismo color de mi vestido, llevaba unos guantes blancos al igual que los míos y unos lustrosos zapatos que tenía mucho tiempo sin verle usar. El aroma de su perfume tenía impregnado la cabina del carruaje y yo sentía que me faltaba el aire.

Me había recogido la mitad del cabello y la otra mitad de abajo la había dejado suelta. Mi abuela me había dado unos pendientes con una piedra color carmesí y llevaba sobre mi cuello un precioso collar de piedras de rubí que perteneció a mi madre. Yo nunca lo utilizaba, era escasa de joyería. Contrario a Arthur, a quien le encantaba portar anillos en casi cada dedo de la mano. Pero esa era una ocasión especial y merecía la pena usar ese collar de mi madre.