25 - Final

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【𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂 𝑱𝒐𝒂𝒏𝒏𝒆】

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【𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂 𝑱𝒐𝒂𝒏𝒏𝒆】

🔸⚜️🔸

Deslizaba mis dedos alrededor del tintero y ocasionalmente los manchaba a propósito para después untar la tinta entre mi dedo pulgar y el dedo corazón. Dejé de hacerlo cuando el estruendo de la bocina de niebla nos anunció a todos que el barco con el cargamento había zarpado del puerto.

Habíamos completado el último pedido en tiempo y forma correctos. Mis empleados podrían ir a casa temprano a cenar con sus familias y no tendrían que preocuparse por volver al almacén hasta la semana entrante, cuando el siguiente barco llegara a la costa.

Escuché unas pisadas apresuradas sobre la escalera metálica que daba hasta el despacho donde me encontraba y saqué un pañuelo de mi gabardina para limpiar la tinta de mis dedos.

Henry tocó la puerta con gentileza y la abrió lo suficiente como para asomar su cabeza por ahí.

—Hemos terminado la jornada, señor. Los trabajadores preguntan si se pueden retirar a casa.

—Pueden hacerlo —sonreí apretando los labios.

—Gracias, señor. Si no necesita algo más yo también me retiro.

—Solo una cosa, Henry —lo llamé con la mano. Él finalmente entró y se recargó en la puerta, expectante—. Gracias por todo. Sin usted, no podría lograr todo esto.

El muchacho que se encontraba de pie y con las manos en la espalda, sonrió de manera nerviosa, pero genuina.

—Le agradezco sus palabras, señor, pero no tiene nada que agradecerme.

—Por supuesto que sí —me enderecé un poco y lo miré a los ojos—. Quizá no lo sepa, pero usted, al igual que cada persona allá abajo en el almacén, hacen posible que Trout Company funcione. Son muy importantes para mí y quiero que al menos usted lo sepa.

La expresión de asombro del chico eran una mezcla de alegría e incredulidad.

—¡Gracias, señor! —hizo una pequeña reverencia.

—De nada, Henry. Puede ir a casa.

—De acuerdo —tomó la manija de la puerta y antes de salir se giró hacia mí — ¡Feliz navidad, señor!

Le devolví la sonrisa y bajé la vista hasta el escritorio.

—Feliz navidad, Henry —le respondí en un murmullo que hubiese querido que fuera más emotivo.

El chico salió del despacho y percibí un barullo alegre en el que todos se deseaban una feliz navidad y se iban uno a uno a sus casas.

Yo me quedé ahí solo, en la inmensidad del despacho mirando la silla vacía en la esquina desde la que siempre Joanne me regañaba por algo.

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓙𝓸𝓪𝓷𝓷𝓮 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora