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【𝑳𝒆𝒄𝒕𝒖𝒓𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒎𝒆𝒅𝒊𝒂𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆】

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【𝑳𝒆𝒄𝒕𝒖𝒓𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒎𝒆𝒅𝒊𝒂𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆】

🔸⚜️🔸

—¿Qué hace aquí, Arthur? —inquirí con bastante sorpresa.

—He terminado de leer todos sus libros —antes de poder decir algo más, se adentró a mi casa con pasos seguros y lentos, a pesar de que el problema de su pie se había agudizado todavía más en los últimos días.

Lo observé invadir mi hogar sin mi previa autorización y miré hacia afuera en donde Leonard se encogió de hombros al verme. Sin pronunciar una sola palabra me dio a entender que ese era Arthur Havisham y que no había podido hacer nada contra su voluntad.

— Y... ¿A qué debo su visita? —cerré la puerta tras de mí.

—Ya le expliqué, he terminado de leer todos sus libros —repitió con voz tranquila mientras se mecía hacia delante y hacia atrás sobre sus propios pies con las manos cruzadas en su espalda.

—Necesito que sea más explícito —parpadeé un par de veces.

—Y yo necesito más lecturas como esas. Así que sería un honor para mí si usted accediera a leerme un libro más de su lista de favoritos, señorita Joanne —deslizó lentamente por sus brazos la gabardina café que llevaba puesta, esa que tanta armonía hacía con sus ojos. La colgó en el perchero y volvió su atención a mí.

Me tallé la frente y di un largo y entrecortado suspiro.

—Está tirando todo por la borda sólo para escuchar una historia de mis libros en donde relatan temas de los cuales usted ya me dejó muy en claro que no le interesan. Todos mis libros favoritos hablan de amor —advertí, cruzándome de brazos.

—Ya le he dicho que ahora me interesan demasiado —caminó hacia mí—. Leí cada uno de los libros que me obsequió y han sido un verdadero deleite para mí.

—Eso es porque está hablando desde el aburrimiento. En otras circunstancias no los habría tocado siquiera.

—Me subestima demasiado —se acercó y se detuvo frente a mí, con sus manos aún en su espalda.

—De cualquier forma —desvié la mirada—, es inapropiado que usted esté aquí a estas horas de la noche. No puede exponerse ni exponer a Leonard a transitar las calles a estas horas solo por un capricho suyo.

—No pensaba recorrer las calles nuevamente esta noche.

—¿A qué se refiere con eso? —deshice el cruce de mis brazos y lo miré, preocupada.

—Sé que es una osadía lo que le quiero pedir, pero ¿Me permitiría dormir en su hogar esta noche?

—Estamos de acuerdo en algo —fruncí el ceño—. ¡Es una completa osadía! Es la casa de una dama —le recordé—, es enteramente inapropiado que un hombre duerma bajo el mismo techo sin tener ningún tipo de lazo matrimonial o familiar.

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓙𝓸𝓪𝓷𝓷𝓮 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora