🥀Capítulo 7: Elegir

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Inclinando la cabeza hacia adelante, Gio coloca sus labios sobre los de Octavio.

El beso es abrasivo y demandante; lame y succiona el labio inferior hinchado con una intensidad brutal. Sus dientes muerden la piel herida, magullándola con una furia lasciva. Las lenguas se entrelazan y se enredan mientras sus cuerpos se aprietan con fuerza.

En un acto de desesperación, el profesor mueve las caderas y las piernas, intentando apartarlo, pero su resistencia es inútil. Gio se muestra posesivo, con una lujuria que hace la presión sofocante y al mismo tiempo innegablemente estimulante.

Los ojos del hombre brillan con malicia, el cuerpo vibrante debajo de él se rinde de forma inconsciente.

Separando los labios de los de Octavio, susurra al oído del profesor:

—Es sencillo, puedo mejorar su estadía en este lugar, solo debe ser un hombre obediente.

No había mucho que aclarar, Octavio sale de su aturdimiento inicial y comprende lo que pide a cambio. En el momento de responder, una sutil sonrisa irónica se dibuja en sus comisuras. Su voz, firme y sin titubeos corta el aire.

—Interesante propuesta, pero no soy tan ingenuo como para caer en ese juego.

Una risa sarcástica le sigue, transformándose en un murmullo burlón. Al entrecerrar los ojos, comprende la futilidad del ofrecimiento; es solo un intento vano de desestabilizarlo.

—¿Un juego? Ya veo. —Suelta el agarre y se pone de pie—. Si lo quiere interpretar de esa manera, me parece perfecto, pero lo hacía una persona inteligente.

—No me importa lo que creas de mí.

—De acuerdo, profesor, pero recuerde algo importante: pronto va a cambiar de opinión, y los términos ya no serán los mismos.

Gio relaja su postura, esbozando una mueca burlona; sin embargo, Octavio mantiene su firmeza.

—No estoy interesado en ningún tipo de acuerdo con vos.

—Antes de negarse, escuche lo que le voy a decir.

El hombre se da la vuelta y se dirige al sillón. Vuelve a sentarse frente al profesor.

—¿Fuma?

—No.

Gio sonríe, enciende un cigarrillo y da una profunda calada. Al exhalar, comienza a hablar.

—El panorama no le favorece, eso ya lo sabe. Los inversores están presionando a Vargas; él ha conseguido extender los plazos, pero eso tiene un motivo. La investigación del suero E.V.A. está bajo mi control.

—No lo vas a lograr —advierte Octavio, con una mirada desafiante.

—No me subestime. Usted mismo lo dijo, no me conoce.

—Es cierto, pero no es un trabajo que puedas terminar en unos días, ni siquiera en años.

—Quizás se deba a la brecha generacional que nos separa. Usted ya está... bastante mayor. —Hace una pausa, dejando que sus palabras floten con evidente arrogancia—. Es fascinante cómo se considera el único capaz de crear algo de esa magnitud. Pero permítame disipar esa fantasía absurda. El tiempo derrumba a los falsos profetas y el suyo ha llegado. Hágase a la idea de que, en breve, será parte de la lista de aquellos que lo intentaron, pero jamás alcanzaron la grandeza.

—Veo que tenés bien claras tus prioridades. ¿Vargas confía tanto en tu desempeño? Entonces, ¿por qué sigo respirando?

Golpea el cigarrillo, retira la ceniza y lo coloca en sus labios. Suelta el humo lentamente y dice con seriedad:

S.E.L "Unión en la Oscuridad" / En corrección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora