Capítulo 31: Inicio.

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Los labios de Octavio se abren y cierran con esfuerzo, jadeando suavemente. Un paño descansa sobre su frente; Gio lo retira con delicadeza, lo humedece en agua fresca, solo para volver a colocarlo en su lugar.

Sus ojos no se apartan de él, Octavio parece tan frágil ahora, como una flor marchita al final de su primavera. Con el pulgar, acaricia esos labios cálidos, mientras retira el paño, revelando los ojos hinchados de tanto llorar.

Ha llorado demasiado.

Vuelve a colocar el paño húmedo sobre la piel febril.

Después del enfrentamiento con Alan, Gio no quiere que ese hombre se acerque más a él. Cuidar del profesor es su responsabilidad ahora.

Siempre debió ser así.

Aunque desconoce la razón exacta, Gio entiende que demasiadas personas desean controlar ese brillante cerebro. Octavio no es diferente a otros en su campo, pero su creatividad, su capacidad de resolver problemas y su tenacidad lo distinguen.

Todo lo que se propone, lo logra.

Así nació EVA.

¿Cuantos más buscan ese suero?

Hace años que el profesor se esconde a plena vista, alejándose de compromisos y eludiendo el contacto con inversores y otros que desean contratarlo. Su mente brillante es como una estrella distante, iluminando a quienes buscan estar en la cúspide de la ciencia, pero permaneciendo siempre fuera de su alcance.

Por aquellos tiempos, Gio asistía a cualquier evento, seminario o charla donde pudiera fingir un encuentro casual con él.

A pesar de sus esfuerzos, al final, nunca lograba cruzarse con el profesor.

En ese periodo, él también cambió.

Desde que llegó a Estados Unidos, Gio se sintió fuera de lugar, desubicado en una vida que, sin Octavio, carecía de rumbo.

Lo extrañaba.

Lo necesitaba.

Con el paso del tiempo, adoptó algunos de sus hábitos. Se volvió frío, distante, como una mariposa que se envuelve en un capullo de hielo. Comenzó a mejorar en la cocina, esforzándose cada día por igualar los gustos de Octavio. En su departamento, siempre servía dos platos. Cuando estudiaba, preparaba una taza de café y luego dejaba que una taza de té se enfriara a su lado, como si el profesor estuviera allí, ocupando ese vacío tan doloroso.

Los primeros años fueron complejos, una maraña de recuerdos y fantasías. Al recibirse, decidió abordar el problema desde otro ángulo.

Dicen que las personas tienden a imitar a quienes llevan profundamente en su corazón. Si no podía estar junto a Octavio, al menos podía parecerse a él. Empezó a vestirse con trajes oscuros a medida, como lo hacía su antiguo profesor.

Las estaciones pasaban, llevándose con ellas sus ilusiones.

De niño, la ausencia de su luz le había hecho reaccionar de maneras que no quería revivir. Temía olvidar cada momento que había compartido con Octavio, así que se aferró a la rutina, obediente, metódico. Tomaba su tratamiento al pie de la letra, porque perder cualquier fragmento de esos recuerdos sería intolerable.

De adolescente, cuando vio a Octavio en un programa de televisión, era joven e ingenuo, lleno de expectativas y sueños. No podía imaginar que, algún día, la distancia entre ellos sería insuperable.

Gio, con su orgullo, jamás pensó que podría ser ignorado por la persona que consideraba su luz.

Pero la realidad fue cruel.

S.E.L "Unión en la Oscuridad" / En corrección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora