Capítulo 22. Edén.

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"... para nosotros reza la frase eternamente:

De nadie estamos más lejos que de nosotros mismos,

no somos conocedores de nosotros mismos".

Genealogía de la moral - Nietzsche F.


Si mirás el cielo en la ciudad, notás cómo las estrellas no aparecen; no las encontrás en el firmamento cubierto de luz artificial. Así, algunos seres humanos esconden los deseos internos que colman toda la conciencia. Buscan una luz artificial y al aceptar esa falsedad como propia, subsisten en un mundo lleno de mentiras.

Pero es agotador.

Vivir de esa forma lo es.

Está cansado.

Al ver la mano del joven en el aire con el cigarrillo, eleva una ceja. Intenta decir algo y entreabre un poco los labios, sin embargo, al notar que el pecho le late de una forma extraña, simplemente lo toma y lo lleva a la boca.

El filtro está ligeramente húmedo, pero a estas horas no tiene intenciones de ponerse exquisito ni mencionar este hecho.

El humo se desprende de la comisura de Octavio mientras inclina el rostro hacia el joven. Recuerda al muchacho que le ha preparado una taza de té esta tarde. Pensando en él, una sonrisa cálida acompaña el movimiento cuando exhala.

—Gracias.

—¿Está esperando a alguien?

Toma el cigarrillo entre los dedos, un matiz rojizo ahonda aún más en su piel blanquecina. El humo que sale de sus pulmones empaña un poco su visión.

—Un taxi.

—A esta hora es difícil que encuentre uno. No suelen pasar por acá. Pero unas cuadras más adelante está la avenida; ahí podría conseguirlo.

El joven habla con seguridad. Si bien el profesor no frecuenta esta zona, lo considera por un momento.

Aunque su cerebro está burbujeante por el alcohol, comprende que debe caminar si quiere hallar uno. Agradece nuevamente y comienza a alejarse.

Minutos después le parece escuchar que alguien viene detrás.

Quizás la expresión de Octavio al voltear hacia el joven sea algo horrible, porque el muchacho se justifica por las dudas.

—Mi auto está en el estacionamiento, justo en esa avenida. No se preocupe, si quiere puedo ir adelante o, si no le molesta, lo acompaño.

Se coloca a su lado sin que el otro le responda y camina como si no tuviera ninguna malicia.

A pesar de la confusión en su sistema, el profesor no puede evitar sentirse curioso por esta persona. Aunque la imagen es difusa, es sorprendentemente similar. La voz también. 

En estado de ebriedad, los gestos curiosos del rostro se hacen evidentes y los movimientos algo torpes. No puede evitar mirarlo con fascinación.

—¿Le gusta lo que ve?

Octavio se detiene un momento y parpadea varias veces, incapaz de responder de inmediato. «¿Qué demonios quiere decir este tipo?». Pero antes de que pueda articular una palabra, el joven habla con expresión desvergonzada.

—Si le gustó tanto, debería expresarlo en palabras. —Su tono es pícaro, y sus ojos brillan con insolencia—. A mí no me molesta, pero otro podría sentirse un poco intimidado.

S.E.L "Unión en la Oscuridad" / En corrección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora