🥀Capítulo 10 : Él es descartable

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Octavio despierta con un dolor agudo que se irradia por todo su cuerpo, secuela del sacrificio extremo al que se sometió en un intento desesperado de auto salvación.

Al abrir los ojos, la luz tenue del encierro intensifica la punzada en su cabeza. En este lugar, el tiempo parece haberse desvanecido; no hay señales claras de la hora del día. Al intentar incorporarse, cada músculo protesta con un dolor sordo. Los recuerdos de lo sucedido antes de perder la conciencia intentan hundirlo, como rocas que lo arrastran a una profundidad sin escape.

Entre parpadeos, regresa a la realidad y dirige la mirada hacia la mesa de noche al lado de la cama.

Los lentes que le obsequió Gio reposan allí.

Al tomarlos, encuentra una nota debajo. Frunce el ceño y su expresión se endurece al leerla. Las palabras parecen saltar hacia él, resonando con el tono de voz de ese bastardo.

"Profesor, lamento no estar a su lado al despertar. Pero, por supuesto, no se alarme; estoy lejos de ser ese tipo de hombre. ¿Cómo se siente después de una jornada tan agotadora?

Por favor, haga uso de lo que considere necesario; el baño está en la puerta lateral izquierda. Sé que espera con ansias mi llegada para el desayuno, así que nos vemos en breve. Puede estar tranquilo; he tomado todas las medidas para asegurar que nadie, excepto usted, tenga el privilegio de entrar o salir de este lugar."

El rincón de la boca de Octavio se tuerce en una mueca de molestia al leer esas letras bañadas de ironía. Incluso puede imaginar la risa de Gio mientras escribía estas estupideces.

—Pedazo de mierda.

Hace un bollo el papel y con el cuerpo desnudo, se levanta despacio.

Al acercarse a la puerta, la abre y confirma que está solo. La habitación no tiene nada valioso ni útil, así que solo toma una camiseta y un pantalón.

Una vez que calma la mente, siente los restos de la noche anterior sobre su piel: el aroma de Gio impregnado en cada rincón, mezclado con el suyo propio. Eleva la mirada al techo y cierra los ojos por un momento.

Tras unos minutos, procede a ducharse.

Cada centímetro violentado palpita; el agua es apenas tibia y cae sobre las partes sensibles e hinchadas.

Sin importarle el dolor que siente, talla con rudeza cada poro.

El agua jabonosa burbujea sobre la piel rojiza.

Lava y friega hasta que, después de mucho tiempo, borra algo de lo que pasó.

Finalmente, sale de la habitación. Mira hacia la izquierda, luego hacia la derecha, y confirma que sigue estando solo.

A unos metros, la puerta se alza frente a él, y una vaga ilusión de suerte ilumina su corazón. Sin embargo, después de caminar por inercia y girar la perilla, solo sonríe con amargura.

Retrocede en sus pasos y se sienta en el sillón, sumido en el silencio.

Los minutos pasan lentamente, y algo en la mesa frente a él llama su atención. Sus dedos delgados rozan los papeles dispersos sobre ella, moviéndolos hasta que encuentra uno con una marca en la parte superior.

Octavio se siente atraído por el informe y lo toma con ambas manos, sus ojos deslizan las líneas impresas. A medida que avanza en la lectura, su respiración se agita y el pulso se acelera.

"Disfunción del sistema nervioso", "ansiedad", "alteraciones genéticas imprevistas", "episodios de euforia", "depresión", "daño renal", "daño hepático".

S.E.L "Unión en la Oscuridad" / En corrección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora