—Le hablaré a mi vieja.
Dijo Matías, tomando su celular y desbloqueandolo, Enzo vio de reojo como hace poco había hablado con Malena, se sentía inseguro.
—¿Estás seguro, Mati? ¿Cómo es tu relación con ella?
—No le respondo, desde que apoyó a mi papá en todo lo que él quisiera jamás respetó mi decisión, tenía miedo de mi viejo y el perjudicado salí yo. Mirá, te juro que nunca respondo.
Acercó su celular abriendo el chat de su madre, mostrándole a Enzo que literalmente, nunca le contestaba.
Enzo intentó no reír, se notaba que era una mamá agradable, pero no quería asumir nada pues por alguna razón Matías no le contestaba.
—¿Y qué pensás decirle? —Preguntó Enzo.
—Le voy a decir que nos juntemos, los dos, sin papá.
Enzo asintió, vio como Matías comenzaba a escribir en su pantalla del celular, podía aprovechar de verlo, de lo concentrado que estaba, podía aprovechar de ver sus lindas facciones que cada día hacía que se enamorara más.
Unos segundos después, el uruguayo estaba tan concentrado viendo al menor, que no se dio cuenta que este también le miraba, con una sonrisa.
—¿Qué hacés?
—Mirándote.
—No si, me doy cuenta.
—¿Entonces para que preguntás?
Matías rodó los ojos y mostró la conversación que estaba teniendo con su madre.
Enzo asintió y sonrió, estaban sentados en la cama, pasó sus manos por la cintura contraria abrazándolo por la espalda, apoyando su cabeza.
—¿Querés que te acompañe, nene?
Matías negó, dándose vuelta para mirarlo directamente, amaba esos ojos.
—No.. creo que debería ir solo, además, ya hiciste mucho por mi.